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Sara Flores, responsable del taller de formación del programa StandUp de la Fundación Mujeres, nos aconseja sobre cómo protegernos ante el acoso callejero.
¿Cuántas de nosotras hemos notado miradas insistentes, silbidos, acercamientos inapropiados o comentarios groseros por la calle? La triste y preocupante realidad de esta situación se evidencia cuando somos todas las que respondemos a esta cuestión de manera afirmativa.
Todas hemos sido víctimas del acoso callejero. Y lo peor es que no es algo que pase de manera ocasional, sino que nos enfrentamos a ello a diario. De hecho, muchas hemos aprendido a vivir siendo víctimas de este acoso.
Es una realidad de la que no podemos escapar; cuando pasamos por delante de determinados hombres, no importa la ropa que llevemos, vamos a despertar ciertas actitudes. Parece venirles incorporado por defecto, algo de lo que no podemos huir.
Sin embargo, el acoso callejero no se debe normalizar, porque no tiene nada de normal. No es tolerable que vayamos por la calle sintiéndonos incómodas por culpa de unos cuantos que no saben gestionar su masculinidad.
El propio hecho de estar escribiendo un artículo sobre cómo protegernos del acoso callejero ya es algo preocupante en sí mismo. Es un síntoma de que esta práctica está concurrida y extendida. Pero, al final, ¿quién mejor que nosotras para hacer piña, protegernos y atendernos cuando nos encontramos en situaciones desagradables que todas hemos vivido?
Este escrito quiere ser una herramienta de ayuda para todas. En él, ha participado Sara Flores, psicóloga y responsable del taller de formación del programa StandUp contra el acoso callejero de la Fundación Mujeres. Flores nos da recursos para actuar ante esta situación, tanto si somos víctimas como testigos.
Formas que adopta el acoso callejero
Cuando hablamos del trato de los hombres hacia las mujeres, a estos siempre se les ha dado un lugar de privilegio, una especie de protección que les da el derecho de llegar hasta el punto de practicar el acoso de manera totalmente impune.
Tal y como indica la psicóloga, "los hombres que ejercen acoso callejero han crecido aprendiendo que tienen derecho a disponer del cuerpo de las mujeres y que, por lo tanto, pueden ejercer este tipo de conductas, independientemente de las consecuencias que genera en la víctima o, peor aún, precisamente por el placer de sentir el poder para generarlas". Por esto, "es probable que muchos hombres tampoco sean conscientes, o que no identifiquen muchas conductas como acoso".
En este sentido, Flores apunta que el acoso callejero puede expresarse de diferentes modos. "Se puede presentar de forma verbal, y hace referencia a todo aquello que nos dicen en los espacios públicos con connotación sexual, como los mal llamados piropos o comentarios sobre el cuerpo o vestimenta de las mujeres".
Pero también, nos podemos encontrar ante el acoso no verbal: "Lo podemos observar en gestos obscenos, silbidos, miradas intimidatorias, que un hombre lance besos a una mujer, que pite con el coche, etcétera", señala la psicóloga.
Por último, está el acoso sexual, "se da, por ejemplo, cuando se persigue o manosea a una mujer, o aprovechando una multitud para restregarse contra ella". En todo caso, Flores afirma que el acoso callejero es, sin duda, "una forma de violencia contra las mujeres".
Cómo asistir a una víctima que está sufriendo acoso callejero
En el taller del programa 'StandUP contra el acoso callejero', Flores enseña las estrategias para prestar ayuda partiendo de la metodología de las 5Ds: "Distraer, Delegar, Documentar, Dirigirse al Acosador, y Dar asistencia a la mujer acosada".
Distraemos al acosador cuando interrumpimos la comunicación entre él y la víctima y lo dejamos fuera de juego. Damos asistencia cuando, directamente, nos acercamos a la víctima y preguntamos si necesita ayuda. Delegamos cuando llamamos la atención a otra persona para que sea ella quien asista a la víctima. Y documentamos cuando amenazamos al acosador de tenerlo todo grabado en nuestro móvil y nos dirigimos directamente a él para advertirle de la violencia que está ejerciendo.
Cómo autoprotegernos
Si somos nosotras mismas las víctimas, también podemos tomar las riendas de la situación, según la psicóloga, a través de estas formas: "Diciéndole al acosador directamente que pare, pidiendo ayuda a otras personas, grabando la situación para tener una prueba o fingiendo que conoces a alguien que esté cerca".
En cualquier caso, "seamos capaces de poner una estrategia en marcha o no, es importante recordar que las mujeres tienen derecho a reclamar su espacio", subraya. No obstante, ante todo, Flores añade que el acoso "nunca es culpa de la mujer que lo sufre, ni tiene la responsabilidad de tener una respuesta correcta".
La vergüenza y la culpa
Por otra parte, cuando somos víctimas de este tipo de acoso, solemos sentirnos, paradójicamente, culpables o avergonzadas. ¿Cómo es posible sentirnos así cuando estamos siendo nosotras las damnificadas?
Pues bien, según la psicóloga, estas emociones van ligadas a "la culpabilización que socialmente experimentan las víctimas ante cualquier forma deviolencia sexual. En cambio, todavía tendemos a justificar la conducta de los acosadores y a restarles importancia".
Por esta razón, Sara Flores insiste en la importancia de la educación, la sensibilización y la conciencia "para cambiar el foco de las mujeres, a los hombres que acosan o ejercen cualquier tipo de violencia".
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