SUPLEMENTOS VITAMÍNICOS

Cara y cruz de la vitamina K: cuándo suplementar a los niños

Quizá no sea la vitamina más conocida, pero no hay duda que su déficit puede traernos problemas muy graves.

La vitamina K sirve para prevenir el síndrome hemorrágico del recién nacido.iStock - FamVeld

Seguro que, si acabáis de tener un bebé, lo de la vitamina K os suena. Eso sí, no es buena para todo el mundo, un amplio grupo de población tiene que restringir su consumo. Por eso es tan necesario conocer la cara y la cruz de este complemento.

Para empezar, debemos saber que la vitamina K forma parte del grupo de las vitaminas liposolubles junto a la A, E y D.

Fue descubierta en 1929 por un científico danés, Henrik Dam. Estaba investigando en pollos el papel del colesterol y para ello les daba una dieta sin colesterol observando que presentaban graves hemorragias. Al suplementar de nuevo la dieta con colesterol se dio cuenta de que no era eso lo que estaba influyendo en la coagulación de los animales, sino que había otro factor, “factor de coagulación”, que era indispensable para evitar que se desangraran. Y de koagulación en danés, a vitamina K.

Además de Henrik Dam, el investigador Edward Doisy contribuyó al descubrimiento de la estructura de este compuesto, proeza que les hizo llevarse el premio Nobel en 1943.

Un suplemento pautado a los recién nacidos

A los bebés se les prescribe un suplemento de vitamina K para prevenir el síndrome hemorrágico del recién nacido. Esta vitamina solo pasa en muy pequeñas cantidades por la placenta durante la gestación y ocurre lo mismo durante la lactancia. Por eso es muy importante seguir las recomendaciones de nuestros pediatras y suplementar al bebé con esta vitamina, ya sea en gotas o en inyección.

Es cierto que algunas bacterias de nuestra microbiota sintetizan una pequeña cantidad de esta vitamina K, pero en el caso de los bebés, aún no está suficientemente desarrollado (y en los adultos, parece que esta síntesis solo es un pequeño aporte).

¿Dónde podemos encontrar la vitamina K?

Existen dos tipos de vitamina K: la filoquinona o K1, que se encuentra en vegetales, y la meanquinona o K2, que la podemos encontrar en fermentados animales como el queso. Existe también la K3, que es la obtenida de síntesis artificial y que es con la que se suplementa en caso de necesidad.

La más habitual es la K1 y la podemos encontrar en todas las verduras y, en especial, en las de hoja verde: kale, espinacas, lechuga… también en la col, lombarda y brócoli.

La cantidad diaria recomendada en adultos varía entre los 70 y 120 microgramos al día en adultos y esto es posible conseguirlo con una ración de brócoli.

Además, al ser una vitamina liposoluble, tiene ciertos depósitos donde se acumula, aunque no demasiado, comparado con otras vitaminas de este tipo, así que lo recomendable es no ponerse morado un día y luego no tener aporte de vitamina en un mes. La parte buena es que esta vitamina se “recicla” gracias al “ciclo vitamina K-epóxido” que permite reutilizarla combinando su estado reducido y oxidado.

A quién no le conviene la vitamina K

Pero no es recomendable para todo el mundo. Existe un grupo de población para los que la vitamina K está restringida. Por ejemplo, quedarían excluídas las personas con tratamiento de anticoagulación, por ejemplo, con acenocumarol (el conocido Sintrom).

La vitamina K puede interferir con este medicamento alterando el ya complicado equilibrio, por lo que los vegetales de hoja verde están prohibidos.

Eso no significa que no deban tomar nada de vitamina K, sino que deben restringir su consumo limitándose a otros alimentos que tienen menos cantidad como las legumbres, aceites o frutos secos.

Salvo casos concretos de enfermedades de mala absorción de grasas, no es necesario un suplemento de esta vitamina. Con el consumo habitual de verduras (ya sabéis, mínimo dos raciones diarias de verduras y tres de fruta -repito: mínimo), será suficiente para cubrir las necesidades nutricionales de la vitamina de la coagulación.

Ahora ya tenéis la información, en vuestra mano está la decisión.

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