CAMBIO DE RUTINA

Así (de mal) nos vestimos para teletrabajar

Un estudio cuantifica el tiempo que invertimos en asearnos cuando la oficina está en casa.

TeletrabajoPixabay

La pandemia de Coronavirus ha provocado cambios forzados en muchas facetas de nuestras vidas. Eso es un hecho. Ámbitos como el laboral se han visto obligados a readaptarse explotando el ya usual teletrabajo. Muchas habitaciones convencionales se han convertido en espacios 360º, ya que en ellas no solo descansamos, también realizamos reuniones, enviamos emails o presentamos proyectos a través de videollamadas.

Ganamos tiempo

Aunque la presencialidad en las oficinas y puestos se ha ido restableciendo, todo apunta a que el trabajo telemático seguirá muy presente. Así lo constata el equipo de WFH Research, quienes desde mayo de 2020 publican el informe mensualThe Survey of Working Arrangements and Attitudes, donde dan a conocer los cambios que se producen en las formas de trabajo.

Los resultados son extraídos de encuestas realizadas a cerca de cinco mil estadounidenses de entre 20 y 64 años, que ganaron veinte mil dólares o más en 2019. Pero los datos se pueden extrapolar perfectamente al ámbito español.

Según el documento, ganamos mucho más tiempo cuando teletrabajamos, ya que no tenemos que desplazarnos hasta el trabajo ni la necesidad de acicalarnos hasta los topes.

Otros hábitos de aseo

Según la investigación, cuando tenemos que salir de casa, tendemos a invertir aproximadamente 28 minutos en asearnos y prepararnos, mientras que, si nuestro escritorio es nuestra oficina, reducimos esa inversión unos 8 minutos.

Además, hay hábitos a los que no les damos preferencia si nos quedamos en casa. El lavado de dientes se reduce un 12% si no salimos y la ducha, un 4%. En estos caos, se suele optar por el uso de desodorantes como herramienta de aseo.

La ropa y la cara, menos arreglada

La tendencia también se ve reflejada en la ropa que usamos -si es que nos sacamos el pijama-. En concreto, cuando el trabajo es presencial, casi el total de encuestados luce ropa limpia, en cambio, el porcentaje cae al 72% cuando estamos en casa. Esa inclinación también se ve reflejada en el espacio dedicado al maquillaje o al afeitado, ya que dedicamos menos minutos a cuidar nuestra apariencia si no vamos a salir a la calle.

No todo es tan bonito

Tener la oficina en casa permite ahorrarnos largas colas, ganar horas de sueño o poder tener cierta conciliación familiar. Pero, como suele pasar, no todo es positivo. Identificar el lugar de descanso como el mismo en el cual nos concentramos durante ocho horas diarias, puede generar confusiones, hasta el punto de no saber identificar qué debemos hacer allí… “¿Duermo o trabajo?”.

Incluso podemos llegar a odiar ese espacio y no quererlo pisar tras haber experimentado una larga y dura jornada donde ha predominado el estrés. El problema es que no deja de ser tu habitación.

Salir para desconectar

El simple hecho de salir por la puerta de casa puede ser crucial para nuestro día a día y coger el transporte público, subir al coche o caminar para llegar al destino, puede influir en nuestro estado anímico. Nos planteamos un objetivo: llegar a una hora concreta a un punto determinado para realizar nuestra labor, hecho que nos permitirá evadirnos, ya que nuestro cerebro se centrará en la faena que nos toque desarrollar. De esa forma, desconectaremos por unas horas de las preocupaciones sociales o las tareas domésticas que aun queden por hacer.

Como hemos visto, el teletrabajo tiene sus pros y sus contras, pero todo reside en el hecho de encontrar un equilibrio. Cada vez son más las empresas que apuestan por jornadas híbridas, donde sus horas semanales se reparten entre el ciberespacio y la presencialidad. El teletrabajo ya puede considerarse una forma explotada y experimentada, la cual cada vez es catalogada como más eficiente, con un aumento del 3% respecto a hace un año.

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