SALUD
¿Tu peque tiene problemas con la comida? Descarta que pueda estar padeciendo este trastorno alimentario.
ARFID (Avoidant/Restrictive Food Intake Disorders) son las siglas en inglés del Trastorno de Evitación y Restricción de la Ingesta de Alimentos (TERIA), que fue incluido en la 5ª edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5) en el año 2013, como un nuevo diagnóstico dentro de los Trastornos Alimentarios y de la Ingesta.
Se caracteriza por conductas alimentarias evitativas o restrictivas que no están motivadas por una alteración de la imagen corporal ni por un deseo de adelgazar. Este trastorno puede manifestarse por una pérdida de peso significativa y/o por carencias nutricionales y/o una marcada interferencia en el funcionamiento psicosocial.
Se describen tres formas de manifestación del trastorno, que pueden ocurrir a la vez o de forma independiente y que pueden empezar en la primera infancia hasta cualquier etapa de la vida:
Cualquiera de las formas de presentación clínica puede ir acompañada de un estrés tanto para quien lo padece como para su familia, ya sea por el manejo del ARFID (visitas a diferentes especialistas, pruebas médicas…), el estrés generado durante las comidas (que pueden llevarlos a evitar comer en el colegio, comidas sociales, …) y los problemas relacionados con la interacción entre la familia.
Afectación del ARFID
Su prevalencia varía según la población del estudio consultada, desde un 3,2% en población escolar de 8-13 años hasta un 14-23% en centros de tratamiento diurno de trastornos alimentarios, y de un 80% en niños y niñas con trastorno del espectro autista, alergias alimentarias múltiples y prematuridad al nacer.
Tratamiento contra el ARFID
Debido a la incorporación reciente del diagnóstico al DSM-5 existe aún escasa evidencia al respecto de su tratamiento y aún no hay consenso en la literatura científica de cuál es el tratamiento óptimo, pero este debe ser realizado por un equipo multidisciplinar conformado principalmente por pediatras, dietistas-nutricionistas, psicólogos/as, terapeutas ocupacionales y logopedas en estrecha colaboración con las familias.
Por un lado, el tratamiento psicológico, donde destacan la terapia cognitivo conductual en edad escolar y en la adolescencia, y la terapia vincular familiar en lactantes o preescolares son el pilar principal para pacientes pediátricos. Aunque es cierto que hay pocos estudios que hayan monitoreado los resultados del tratamiento.
La evaluación médica y nutricional debe incluir tres pasos:
1. Historia alimentaria detallada y registro de las ingestas que determine la ingesta calórica y variedad de alimentos.
2. Curva de crecimiento para observar posibles alteraciones y su relación entre el inicio de los síntomas que permita sugerir posibles causas y su estudio.
3. Búsqueda de complicaciones médicas agudas o a largo plazo secundarias al estado nutricional. Se deben descartar enfermedades orgánicas, tales como enfermedad celíaca, alergias alimentarias múltiples, enfermedad de Crohn y trastornos alimentarios funcionales que pueden contribuir al desarrollo o mantenimiento del ARFID.
Los objetivos del tratamiento se deben adaptar de acuerdo con las necesidades del paciente: disminuir riesgos nutricionales, físicos y emocionales, mientras se ayuda al paciente a manejar la ansiedad al alimentarse, si la presenta, y a ampliar su rango de alimentos.