PIES SANOS
Reventar la lesión puede parecer la opción más lógica. Sin embargo, esto puede dar lugar a una infección mayor.
Cuando estás andando y empiezas a notar escozor en los pies, sobre todo en la zona del talón, es señal de que una ampolla se avecina. Este tipo de lesión aparece con más frecuencia durante la época del año en la que nos encontramos; cuando estrenamos calzado de verano, nuestros pies se tienen que acostumbrar a las nuevas sensaciones.
Asimismo, las sandalias y las chanclas son un tipo de zapato que permanece en contacto directo con la piel de nuestros pies, puesto que se llevan sin calcetines. Este contacto favorece a las rozaduras y heridas y, por lo tanto, a la aparición de las ampollas.
Cuando aparecen, lo primero en lo que pensamos es en explotarlas. Así, creemos que se deshincharán y que se irán más rápido. Sin embargo, a veces, el hecho de reventarlas nos está haciendo un daño más que un beneficio. Veamos cuándo es bueno explotar las ampollas y cuándo no.
¿Qué son las ampollas?
Antes que nada, vamos a aclarar qué son estas dolorosas burbujas, puesto que su apariencia puede despertar hasta curiosidad. Las ampollas son unos sacos llenos de líquido transparente que se forman en la capa externa de la piel, especialmente, en zonas de los pies y de las manos. Esta sustancia es producida por el propio cuerpo como reacción a una lesión.
Si la ampolla es grande se denominan bula y si es pequeña vesícula. Ambas pueden aparecer en la piel debido al calor, las rozaduras o enfermedades de la dermis. Por lo general, las ampollas no suelen dar muchos problemas y la evolución es favorable, pudiendo desaparecer por completo después de 5 o 7 días.
¿Tengo que explotar las ampollas?
Esta es la gran cuestión, ya que muchas veces se nos hace irresistible -de una forma similar al impulso que sentimos cuando queremos petar un grano o eliminar las espinillas-. El caso es que, en determinadas circunstancias, explotarlas es lo mejor que podemos hacer. Mientras que, otras veces debemos andarnos con cuidado si no queremos provocar una infección mayor. Entremos en detalle.
Ampollas pequeñas
Una ampolla es pequeñita cuando mide 3 cm o menos y, en este caso, no deberías explotarla. Esto se debe a que el líquido de su interior ayuda a la creación de la nueva capa de piel, además, la dermis lo reabsorbe rápidamente. Por otro lado, la ampolla también protege la zona de una posible infección, que sí podría aparecer si se reventara. Para evitar las molestias con el roce de los zapatos, puedes taparla con una tirita.
Ampollas grandes
Si la ampolla es de más de 3 cm, debemos explotarla. Pero no es recomendable reventarla siguiendo la técnica popular con una aguja quemada.
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