CONEXIÓN
Muchos adolescentes pierden las ganas de hablar y de contar cosas, sobre todo delante de familiares a los que no ven muy a menudo. Si queremos que los adolescentes de abran, debemos saber cómo acercarnos a ellos. Te lo cuento en este artículo.
Las reuniones familiares en época navideña sueñen ser un espacio de conexión, risas y recuerdos, pero cuando tienes un adolescente en la familia, a veces parece que la conversación se detiene al llegar a ellos. Muchos no hablan, se pasan el tiempo en silencio o con el móvil, algo que a padres y madres nos disgusta e incomoda.
Me pasa algunas veces con mi preadolescente de 12 años, donde a veces en casa es muy habladora y llena de ideas, y luego puede transformarse en alguien más reservada frente a familiares.
Lo primero que quiero decirte de esto, es que es completamente normal. Esta etapa está llena de cambios internos y externos. Las reuniones familiares, con caras que quizá no ven tan a menudo y conversaciones que a veces no les interesan pueden resultar intimidantes o aburridas para ellos.
Pero no te preocupes, hay formas en que podemos ayudarlos a abrirse poco a poco sin presiones ni críticas.
Detrás del silencio hay razones: inseguridades, miedo al juicio, cansancio, o simplemente falta de interés. Recordemos que no siempre están en su mejor momento emocional para socializar, y eso está bien. Podemos comenzar por preguntar, cómo están viviendo ellos este momento en familia.
En vez de exigirles que hablen, vamos a demostrarles que los entendemos y que los aceptamos como son.
Esto no quiere decir que permitamos faltas de respeto ni mucho menos. Simplemente hagámosles entender que, si no es el mejor momento para sacar demasiada conversación, basta con responder educadamente.
Un "¿por qué estás tan callado?" o un "saluda a todos" delante de todo el mundo puede hacer que se cierren aún más. En vez de eso, vamos a darles tiempo para que se adapten al ambiente. La mayoría de las veces, solo necesitan un poco de observación silenciosa antes de sentirse más cómodos.
Además, podemos facilitarles la interacción contando algo positivo de ellos. Algo como: "Ahora que está aprendiendo guitarra, le está yendo muy bien". Frases que los empoderen pueden ser un buen punto de partida para que se sientan valorados.
También podemos buscar un primo o tía con quien sabemos que nuestro adolescente tiene más afinidad. A veces, solo basta con que sea un adulto que les hable desde el respeto, o bien un primo que comparta gustos o intereses con ellos, para que todo cambie. Intentemos propiciar conexiones antes de la reunión o facilitar que tengan una compañía agradable a su lado en la mesa, cuando hay comidas o cenas multitudinarias.
Si logran decir algunas palabras, compartir una anécdota o participar mínimamente, vamos a reconocérselo más tarde con frases directas: "Me gustó mucho verte hablar con tus primos. Hace mucho que no os veíais y no siempre es fácil". Estas palabras validan su esfuerzo y los animan a intentarlo nuevamente.
Lo importante aquí, es que se sientan aceptados, no juzgados. Acompañar a un adolescente en estos procesos puede ser desafiante, pero también es una oportunidad para fortalecer nuestra relación con ellos.
Recordemos que lo que nuestro adolescente necesita, más que nuestras expectativas, es saber que somos su lugar seguro en cualquier entorno.
Hoy, más que nunca recordemos que la conexión no siempre necesita palabras. A veces basta con estar juntos.