UNA ARTISTA COMPLETA
La artista ha fallecido este jueves en su residencia de Sevilla después de 73 años llenos de momentos trágicos y situaciones muy duras. Desde la pérdida de su hija hasta los maltratos recibidos por su marido Pepe Sancho. Así ha sido la vida de María Jiménez.
"Con profunda tristeza y dolor en nuestros corazones, despedimos hoy a María Jiménez, mujer amada y respetada por su compromiso inquebrantable con su familia, amigos y admiradores. Un espíritu indomable, una personalidad arrolladora, una mujer fuerte y valiente que luchó contra todas las adversidades más allá de lo imaginable", decía el comunicado oficial que los familiares de María Jiménez emitieron a través de la agencia Europa Press para comunicar el fallecimiento de la artista en su residencia de Triana (Sevilla) a sus 73 años.
Firmado por su inseparable hijo Alejandro, el texto recoge la complicada vida que tuvo la artista. Su historia personal y trayectoria profesional van más allá del arte y la cultura, ya que traspasa las pantallas de televisión y los escenarios de teatro gracias a su excepcional carisma. Pero, sobre todo, por ser un ejemplo de superación que ha logrado renacer de situaciones inimaginables como una infancia pasando hambre o la pérdida de su hija.
Durante la madrugada de este jueves y junto a sus seres queridos, María Jiménez ha dejado atrás todos aquellos numerosos momentos de penurias, maltrato y tristeza para descansar. Ella ya no estará físicamente, pero la voz que interpreta "Se acabó" jamás se apagará.
La vida de María Jiménez no ha sido nada fácil. De hecho, podemos comparar a la artista con un ave fénix, ya que ha resurgido de sus propias cenizas en innumerables ocasiones desde muy joven. Los primeros obstáculos que tuvo que sortear fue con una edad muy temprana. La extrema pobreza le arrebató la niñez y la adolescencia, dejó la escuela y comenzó a trabajar como limpiadora en hogares para poder siquiera comer algo durante el día.
Por el día, lentejas que preparaban sus tías. Por la noche, pan dura con chicoria y sin azúcar. Ella prefería ni comer. Así lo ha contado ella en diferentes entrevistas.
Cuando María Jiménez creció, la vida no comenzó a portarse mejor con ella. Al contrario. Conoció a Pepe Sancho y el 1 de junio de 1980, ambos contrajeron matrimonio en la iglesia sevillana de Santa Ana. Tres años después, su segundo hijo, Alejandro, nacía, pero al año siguiente, la artista y el actor se separaban para, dos años después y tras la muerte de su primogénita, María del Rocío Jiménez, volverse a casar en una ceremonia en Costa Rica.
Una historia de amor plagada de violencia y maltrato, algo que ella misma ha reconocido en innumerables ocasiones. "Me maltrataba físicamente y psicológicamente. Me hacía dos carantoñas y yo lo creía... Estaba ciega. En una palabra, me tenía supeditada", explicaba. Ella lo tenía claro: "Si llega a pasar hoy, lo meto en la cárcel veinte años. Y encantada lo habría hecho".
A los maltratos y las palizas se unió la tragedia, cuando en 1985, María del Rocío perdía la vida en un accidente con tal solo 17 años. Una noticia que la artista no supo asimilar, ya que ella misma creía que su hija viajaba en tren hacia el colegio y no en coche. Desde entonces, todo cambió. La cantante se apartó de los medios de comunicación y se alejó de los escenarios para encargarse únicamente de su hijo Alejandro.
Además, solía eludir el tema cuando se le preguntaba. "Tuve una hija preciosa, pero no me gusta hablar de este tema porque me pongo muy triste", contestaba. Sin embargo, después de 73 años resistiendo los golpes de la vida, María Jiménez se reencontrará con su hija en algún lugar del cielo.