TRISTE PÉRDIDA
Después de conocerse el fallecimiento de Fernando Fernández Tapias, ha vuelto a ponerse sobre la mesa el episodio más trágico de su vida. Hace 11 años, el empresario perdió a su hijo Bosco, desaparecido mientras hacía submarinismo.
Este miércoles, 25 de octubre, ha amanecido con la triste noticia del fallecimiento de Fernando Fernández Tapias. Más conocido como Fefé, fue un empresario aclamado de nuestro país, exvicepresidente del Real Madrid y uno de los personajes más queridos del papel couché.
Su trayectoria profesional hará que su nombre sea siempre recordado, pero también su vida más personal. Habitual en las revistas de cabecera de nuestro país, Fernando hizo partícipe a la sociedad española de sus tres matrimonios y la familia de ocho hijos que consiguió formar. Sin embargo, hubo una tragedia que nunca llegó a superar: el fallecimiento de su hijo.
En 2010, Bosco José, fruto del matrimonio entre Fefé y Victoria de la Riva, desapareció mientras practicaba submarinismo en la costa de Puerto del Carmen (Lanzarote). Desde el primer momento se sospechó que podría haber sufrido un accidente durante su inmersión, pero a pesar del amplio dispositivo de búsqueda que se organizó, no consiguieron encontrarlo.
Dos años después, Fernando Fernández Tapias recibió la peor de las noticias. Un submarinista localizó un cuerpo a una profundidad aproximada de 90 metros que fue recuperado por una unidad de la Guardia Civil y trasladado para proceder a su reconocimiento.
Finalmente, el Juzgado de Instrucción número 2 de Arrecife, una vez recibidas las pruebas forenses, concluyó que el cuerpo encontrado era el del hijo del empresario. "Mis hijos Fernando, Borja, Íñigo, Sandra, Tito, Iván y Alma, y mi esposa Nuria González, queremos agradecer enormemente todas las muestras de afecto, de apoyo y condolencia que nos han enviado por el fatal y triste accidente que ha padecido Bosco", expresó Fefé a través de un comunicado.
Esta pérdida y, por ende su dolor, acompañó a Fernando hasta el último de sus días. Un duelo que, como él mismo confesó, tuvo que llevar "hacia dentro, sin misa, sin funeral…".