Aquí van, majete
Seguramente has pensado en comenzar una dieta, pero te resulta difícil renunciar a los dulces que tan feliz te hacían en Navidad. Bien, si sigues estos consejos quizá no tengas que acabar renunciando del todo a los caprichitos.
Bienvenidos, aquellos que queréis olvidar las comilonas y empezar una nueva vida de alimentación sana y cero excesos. Vosotros sois los elegidos, los que lograréis bajar una talla de pantalón en los próximos meses y llegar a la -aún lejana, para qué engañarnos-, operación Bikini en plenitud de facultades. Seguramente una de las cosas a las más que os costará renunciar es el postre. La pregunta que os hacéis es ¿podemos seguir tomando un poco, por mínima que sea la cantidad? La respuesta es SÍ, si hacéis esto.
No todos los días. Acostumbrarse a un colofón dulce en cada comida es garantía casi segura de ponerse unas bonitas lorzas a cada lado. La norma tiene que ser prescindir de él y no tomarlo. Lo idóneo es fijar algunos días a la semana para colocar en ellos los postres. Así, tendremos claro qué comer y cuándo. ¿Hace un brownie el sábado? Claro que sí, guapi.
Hay opciones poco calóricas. Así es. No todos los postres rebosan azúcar y calorías a manos llenas. También hay recetas más sanas que pueden ayudarnos a saciar nuestra necesidad de echarnos algo dulce al cuerpo. Un mousse de plátano con nueces y frutos rojos, por ejemplo, es una buena opción que no tiene por qué sumar demasiadas calorías. Otra idea: una macedonia de frutas.
Postre sí, picoteo entre horas, no. A ver si por renunciar al postre vamos a acabar picando un trocito de chocolate, una magdalena, un donut pequeñico... Controlar la ansiedad entre horas es un arte y quizá la mejor manera de mantener a raya nuestro apetito es tomar un poquito de postre. Dicho de otro modo: tomemos un mousse para rematar el almuerzo y así nos evitaremos pensar en dulzaina toda la tarde.
Compártelo. Muchos de los postres que se sirven en restaurantes están pensandos para compartir. Desgraciadamente, si comemos solos, no tendremos con quién tomarlo a medias... Una buena idea es aprovechar para probar postre cuando estemos acompañados. Un trozo de tarta de queso de buen tamaño siempre es más llevadero entre varios. No hay nada más perjudicial para la salud que tomar un postre para varios como si fuera una ración individual.
Cuenta calorías. Ajá. En la comida hay que contar el total de calorías desde el principio hasta el fin. Esto incluye desde el aperitivo hasta el café que nos tomamos hasta el final. Por tanto, hay que tener en cuenta que, si la comida no ha sido demasiado pesada, quizá sea el momento de apostar por el postre. Si llevamos ya un plato de espaguetis y un escalope, mejor dejarlo para otro día.
Apuesta por opciones caseras y no industriales. Esto es determinante. No engorda lo mismo un bizcocho casero que uno industrial. La segunda opción suele contener grasas saturadas que nuestra versión casera no tiene por qué tener. Esto explica por qué las personas que hacen repostería casera de manera habitual no tienen por qué tener sobrepeso.
Piensa en el azúcar líquido que tomas... y elimínalo. A la hora de evaluar el azúcar que tomamos cada día, hay veces que nos olvidamos del que se encuentra en las bebidas gaseosas o en los zumos de supermercado. Si eliminamos ese aporte calórico -a todas luces, innecesario-, podremos sin duda permitirnos un postre de cuando en cuando. Sentido común, amigos.