GARANTIZADO
Aunque parezca misión imposible, no acabar las fiestas con tres o cuatro kilos más es sencillo. Siempre que sigas los consejos de Cocinatis... y que apartes de mi vista esa bandeja de turrones, demonios.
Navidad, Navidad, GORDA Navidad... lalalalalalal... ¡eh!, ¿qué pasa! ¿Que el villancico no era así? Pues lo parece, teniendo en cuenta que cada vez que llegan estas entrañables fiestas la barriga y el culo se ensanchan irremediablemente. Hasta este año. Porque aquí estamos los amigos de Cocinatis dispuestos a daros unos trucos que ni Juan Tamariz o el Mago Pop para no engordar ni un gramo. Atención, chavalada.
Los turrones no son adornos. ¿Dejas bandejas con trocitos de turrón cortados, polvorones y mazapanes dispuestas por la casa? Maaaaal, porque acabarás picando de ellas. Con que haya uno cuantos papás noeles, el belén y el árbol es más que suficiente. Venga, va, y puedes colgar una cabeza fake de reno de la puerta.
No te mames. Está claro que las navidades se prestan mucho al chin-chin, al "vamos a tomar unas cañas" y al saca el whisky, cheli, para el personal... pero lo cierto es que emborracharse tiene dos peligros. Por un lado, añades calorías en forma de alcohol a tu cuerpo y, por otro, bajas las barreras y te desinhibes con el apetito con lo que acabas poniéndote gocho.
Bebe... agua. El h20 es tu mejor aliado y lo sabes. Es verdad que con el descenso de las temperaturas apetece menos tomarse unos cuantos vasos al día pero es una manera excelente de mantenerse hidratado y de evitar estar todo el día enganchado al benjamín de cava.
¿Ya estás comiendo dulces navideños? Para. Los dulces de Navidad son eso, PARA NAVIDAD. Es verdad que hay una peligrosa tendencia a a adelantar las fiestas que se resume en que el alumbrado de tu calle ya está encendido en octubre. Un reto: no comer nada de nada de dulzaina navideña hasta el día 24... vaaaaaale, el 23.
Haz ejercicio. Los días de fiesta aumentan la cantidad de tiempo libre del que disponemos y tenemos dos opciones: una, hacernos fuertes en el sofá y darle al panettone como si no hubiera mañana o bien salir a disfrutar del paisaje de invierno y aprovechar para estirar un poco las piernas. ¿Qué tal una pequeña rutilla para bajar esos turroncitos?
Organiza la mesa como si fuera un restaurante. Es decir: trae la cazuela y sirve un trozo de cordero a cada uno. Llévate la cazuela de nuevo a la cocina. Ojos que no ven... raciones que no serán tan bestias y evitarás estar repitiendo una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez...
No te saltes comidas. "Mira, es que como anoche cené mucho, hoy no voy a desayunar y así llego con más hambre a la comida. ¿Qué te parece? ¿Guay, no?". Pues no, porque volverás a repetir el ciclo y entrarás en un bucle de comilonas. Mejor desayuna algo ligero, anda, que así no zamparás como si llevaras un mes sin meterte nada en la boca.
No abandones la fruta o la verdura: ellos nunca lo harían. No porque sea Navidad hay que darle la espalda a una ensaladita. Puedes utilizar ingredientes muy de esta época como la granada o la escarola. Para el postre, mejor un poco de piña que esa tableta de turrón de chocolate que está diciendo cómeme, ¿no te parece?
Que no te importe ser el raro. Hay veces que, para salvaguardar nuestra esbelta figura, tenemos que decir que no a algunas tentaciones que aparecen sobre la mesa. Sí, eso acaba provocando que muchas miradas de extrañeza se claven en ti. Ignóralas. Puede ser que seas el vinagre, el aguafiestas, el friki que no se va a comer siete trozos de foie pero, oye, ¿y lo bien que va a venir eso cuando el 7 de enero seas la envidia de todos?
La Navidad acaba el día 6 de enero. El día 7 ya no se come ni un polvorón. Asúmelo.