EN BOTE O BRIK

¿Son una buena opción los caldos envasados?

"A ti que tienes siempre caldo en la nevera…" cantaba Rigoberta Bandini en su canción para referirse a las madres. Pues las madres (y padres) han cambiado y lo que tienen en la cocina son caldos de brik.

Un plat con caldoPexels

Por fin ha llegado el frío y un caldo siempre apetece, lo que no apetece es hacerlo. ¿Y si lo compramos de brik?

Empecemos aclarando que no vamos a hacer una comparativa entre un caldo de verduras frente a comer verduras. Eso es como decir que comparamos que te regalen un ramo de rosas con estar en un bosque. Nada que ver. Tienen objetivos distintos y lo que se obtendrá de ellos no se puede comparar. Comer como mínimo dos raciones de verdura al día está dentro de los necesarios marcos de vida saludable y eso no es en absoluto incompatible con un caldito de verduras, o de lo que quieras.

[[H2:Caldos envasados, una salvación cuando no hay tiempo]

Personalmente me gusta el caldo hecho en casa. Y me gusta hacerlo, a veces. Pero es que otras veces no tengo tiempo, o no tengo ganas… o pienso en las ventajas que tienen los caldos envasados como, por ejemplo, que duran más en el armario que el casero en la nevera (aunque sí, por supuesto que se puede congelar).

La comodidad es algo que se agradece en estos tiempos, sobre todo cuando la industria del bien nos ayuda con algo de buena calidad.

Pero no todos son iguales, ni saben igual. Ni todo lo que es "agua con cosas" es un caldo. Para diferenciarlo, debemos mirar con mucho ojo la lista de ingredientes.

¿De qué están hechos los caldos envasados?

Los caldos envasados tienen un proceso de elaboración muy parecido al que cocinamos en casa, pero a gran escala.

Su elaboración es bastante simple: se cortan todos los ingredientes. No es como en los anuncios con las verduras y la carne enteras, tampoco tendría sentido que fuera así, es más fácil extraer los sabores y sustancias cuando está cortado en trozos pequeños.

Los ingredientes se colocan en unas cestas que encajarán dentro de la olla (pueden ser de 800 a 3.000 litros) y se dejan cocer a alta temperatura durante unas 3 horas. En ese tiempo, los ingredientes se han cocido mucho, se ha extraído de ellos todo lo que podían dar. Así, cuando saquemos la cesta encontraremos algo parecido a una gran pasta que se retira y, probablemente, se destine a alimentación animal. Aquí no se tira nada.

Posteriormente, es necesario enfriar el caldo rápidamente y a continuación se homogeneiza y desengrasa. Se pasteuriza (es una grandísima e importante diferencia con el que hacemos en casa) y se envasa.

El proceso no tiene más. Ni menos.

Ventajas de los caldos envasados

Una de la más grandes es la comodidad: abrir un brik y tenerlo disponible supone un ahorro en tiempo bastante importante. Y últimamente es algo que a muchos no nos sobra.

En cuanto al precio, tenemos diferentes alternativas, aunque también diferentes calidades. Se pueden encontrar caldos desde 1 euro a casi 4 euros, dependiendo de la variedad e ingredientes. No supera demasiado a lo que costaría comprar los ingredientes y hacerlo en casa.

Este tipo de producto puede conseguir que se utilicen menos las típicas sopas de sobre, que no aportan nada saludable porque tienen grandes cantidades de sal.

El proceso de pasteurización al que es sometido asegura que el caldo se va a mantener en perfectas condiciones durante el período de consumo estipulado. Ese beneficio no lo tenemos en casa, ya que si no enfriamos correctamente el caldo o lo acumulamos demasiado tiempo puede fermentar y no estar en las condiciones adecuadas para consumirlo

¿Son saludables los caldos envasados?

Gracias a la información nutricional disponible en el envase podemos analizar los ingredientes que, dependiendo de las necesidades, tenemos que controlar. Por ejemplo, la cantidad de grasa o sal (la primera es muy baja, la segunda más alta, pero, atentos, tienen tanta sal como algunas clases de jamón cocido que tanto se recomienda -en fin- en algunas dietas).

Esto es otra de las ventajas frente al caldo hecho en casa. Muchas veces creemos que hacer un caldo es muy sano, pero luego le ponemos jamón, tocino o ingredientes que engrasarán y salarán el caldo más de la cuenta. Con estos caldos no tendremos problemas en cuanto a la información, podemos conocer exactamente el perfil nutricional de lo que estamos comiendo (ojo que habrá que tener en cuenta lo que luego haremos con el caldo, ¿eh? Que si usamos un bajo en grasa para luego hacer unos callos con garbanzos… pues eso).

Pero no todos los caldos son iguales, por eso es necesario diferenciarlos y para ello no nos queda otra opción que leer las etiquetas.

Muchos de ellos tienen porcentajes realmente bajos de los ingredientes "nobles", casualmente son a los que se les añaden otros ingredientes para espesar, como añadimos almidón (o fécula de maíz). Es lógico, prácticamente todo es agua, algo tenemos que hacer para que parezca que tiene sustancia.

En cuanto a los componentes nutricionales:

En general tienen pocas calorías, la cantidad de grasa es baja y se podría pensar que la de sal es más alta, pero si la comparamos con otros productos del mercado no es motivo de exclusión. Es aproximadamente un 35% de la ingesta recomendada para un adulto al día. Ojo, que no es motivo de exclusión, pero deben darse cuenta de que esos valores son para 100 ml y 250 ml, o sea, un vaso de caldo. Siempre queda la opción del bajo en sal.

Este caldo, como el hecho en casa, también puede congelarse si no se va a consumir, porque, una vez abierto no debería estar más de 4 días en la nevera. En congelación se puede alargar la vida un mes más.

El caldo del brik (no) casero. Aunque lo ponga en la etiqueta.

La denominación "casero" es una de las grandes batallas de los consumidores con la industria alimentaria. La normativa no lo controla y nos encontramos con las palabras "casero", "artesano" o "natural" en infinidad de productos.

Es un reclamo para los consumidores, intentando hacernos ver que el producto está "hecho en casa" cuando en realidad no es así. Mi pregunta es ¿y qué más da? El producto es sano, correcto, se ha elaborado con ingredientes apropiados, ¿tanto miedo da decir que se ha hecho en una olla de tres mil litros? Cuando sabemos elegir y tenemos la información, no necesitamos que en el envase ponga "casero".