La virtud, en el punto medio
Nadie osaría poner en duda que son platos saludables pero si nos pasamos con la ración se pueden volver en nuestra contra.
Hay comidas que no dudaríamos en situar en el grupo de las “saludables”, mientras que a otras las etiquetaríamos como “gochillas”. En el primer grupo entrarían, sin duda, las espinacas o las acelgas y en el segundo, las palmeras de chocolate o las patatas fritas. Pero, ¿qué ocurre si nos ponemos hasta el tranchete de las primeras? Si nos pasamos de la raya, ¿siguen siendo sanas? Buena pregunta, ¿verdad? Pues resulta que la respuesta es NO.
Espinacas. Son verdes, son buenas. Son verdes, son buenas. ¿No?, ¿NO? Pues depende, son ricas en oxalatos, que pueden aportar calcio al organismo pero también contribuir a que se nos formen piedras en el riñón si tenemos cierta predisposición a ello.
Remolacha. Ojo, porque aquí vuelven los oxalatos y con ellos la posibilidad de tener gota por la acumulación de ácido úrico. Otro efecto secundario de la remolacha es su capacidad para teñir de rosita nuestra orina que es inofensivo, pero da bastante susto.
Acelgas. El contenido de nitratos en las acelgas pueden hacer que abusar de ellas esté contraindicado. La Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición recomienda moderar su consumo en caso de molestias intestinales, nunca dejarlas a temperatura ambiente ya cocinadas durante largos periodos de tiempo y dar raciones moderadas a los niños.
Nueces brasileñas. Un puñadito de frutos secos al día es mano de santo o eso nos dicen. Sin embargo, la cosa cambia en el caso de estas nueces de gran tamaño, que son el alimento con más cantidad de selenio. Un abuso puede provocar efectos tóxicos que deriven en pérdida de cabello o incluso problemas neurológico. Cuidadín, por tanto.
Atún de lata. Omega 3 frente a mercurio. En el primer apartado, tenemos una sustancia positiva que nos anima a seguir comiendo atún en lata. En el segundo, una sustancia tóxica que puede ser especialmente nociva en el caso de embarazadas o de jóvenes, aunque a los adultos también puede afectarles.
Ostras. Amigos, vamos con uno de los alimentos más controvertidos. No lo decimos únicamente por el yuyu –justificado o no- que provoca en muchas personas y que hace que eviten comérselas, sino por su gran contenido en hierro que, en cantidades moderadas, es beneficioso, pero, a mayor escala, puede conducir a un fallo renal.
Judías blancas. Otra fuente de hierro, lo que incide en los problemas ya mencionados en el caso de las ostras. Los más tiquismiquis argumentarán, además, que son una fuente de gases que puede provocar hinchazón y malestar, pero esos son los daños colaterales de una buena fabada y creemos que, respecto a eso, merece la pena pagar el precio.