¿Hay que beber leche? ¿Es la grasa mala?
Ajustamos cuentas con esas verdades de chichinabo que algunos llevan repitiendo desde tiempos inmemoriales.
Hay ideas que llevamos grabadas a fuego en nuestra cabeza. Un ejemplo de esto son que las vitaminas del zumo de naranja se van si no lo tomamos a la velocidad de la luz o que si no hacemos las dos horas de digestión un baño en la playa acabará con nuestra vida. Lo típico, vamos. Aparte de estas verdades "de padres" supuestamente inmutables, hay otras con más peso en cómo hemos conducido nuestra nutrición y que, lamentablemente, también son más falsas que un duro de madera. Quizá sea el momento de dejar de creer en estos mitos.
Mito número 1. "El desayuno es la comida más importante del día". Ay, cuñadismo de andar por casa. Hay quien se ha hecho camisetas incluso con la frasecita. Pues bien, después de tantos años creyendo esto, se ha revelado que no tiene por qué ser así, que cada persona es un mundo y que hay quien incluso va mejor por la vida saltándosela. Esto, unido a que últimamente hemos descubierto que lo del zumo de naranja no tiene por qué ser lo mejor que tomemos nada más levantarnos, ha hecho que nuestro mundo se haya vuelto del revés.
Mito número 2. "Hay que tomar cinco frutas al día". Venga, vale, pa' ti la perra gorda. Pero, en realidad, se trata de "cinco frutas y verduras al día". Y, ya que nos ponemos, los nutricionistas están apostando cada vez más por las verduras y no por las frutas. ¿Por qué? Porque la fruta, al final, no deja de tener azúcar, aunque sea de manera natural y las verduras, por el contrario, no, con lo que siguen aportando vitaminas, minerales, fibra y todo aquello que es fetén para nuestro cuerpo. Mejor, por tanto, tres calabacines y dos naranjas que al revés.
Mito número 3. "Para mantenerte delgado, toma bebidas light". Sí, amigos. Y si te pones una cinta de tenista en la frente pierdes cinco kilos de golpe. Claro, claaaaaro. Aunque tengan cero calorías hay algo en los refrescos light que hace que no adelgacemos y que, de propina, pongamos patas arriba nuestro metabolismo. Hay estudios que sospechan que se trata del cóctel de sustancias químicas que llevan. Por otro lado, no falta quien, con la coartada de un bebida light, aprovecha para comer más calorías de la cuenta. Otro efecto colateral en el que casi nunca pensamos. Hay una solución: beber más agua, que esa sí que es baja en calorías de verdad.
Mito número 4. "La grasa es mala, muuuuy mala". Otro mito que hunde sus raíces en la época en la que los cardados y el aerobic dominaban el mundo: los años 80. Hoy en día se sabe hay grasas buenas como son las de origen vegetal o las que contienen algunos pescados y que no debemos privarnos de ellas. Es más, son necesarias para que nuestro cuerpo siga a tope de energía y respondiendo a la actividad diaria. El problema son las grasas animales y no digamos ya las saturadas de los alimentos ultraprocesados. De esas hay que huir como de la peste, claro.
Mito número 5. "Toma leche, que es buena para ti". Otro mantra clásico que hemos escuchado hasta la saciedad en boca de abuelos, padres, médicos, pediatras, cajeros de supermercado o supuestos granjeros en anuncios en la tele. Hay gente a la que no le sienta bien y hay muchas otras fuentes de calcio en la naturaleza. Solo hay que ver estudios comparados de países en los que se toma mucha leche, como los europeos y norteamericanos, con aquellos en los que se toma poca, como los asiáticos, para darse cuenta de que no hay una mayor incidencia de rotura de huesos ni nada similar. Garbazos, pistachos o berros, por ejemplo, tienen calcio a tutiplén.