Estas frutas tienen muuuuuchas propiedades
Todo lo que siempre quisiste saber sobre el melón y la sandía y nunca te atreviste a preguntar te lo cuenta Cocinatis. Populares y sabrosas, estas frutas de verano tienen muchos secretos que merece la pena conocer.
Seguramente el verano es la estación con las frutas más apetitosas del año. Un ejemplo: la sandía y el melón. O acaso es que nos apetece darles un mordisco porque son frescas, calman el hambre y la sed, aportan pocas calorías y son sabrosas. Y, además, sanísimas, porque nos dan vitaminas, minerales y fibra. Pero, aunque son muy populares, ¿sabéis cuáles son sus bondades?
Sandía: agua masticable y dulzona
¿Sabías que dos porciones grandes de sandía equivalen a un vaso de agua porque 91,5 de cada 100 gramos son agua y 0,61 proteínas? Seguro que te lo imaginabas porque has saciado tu sed con ella millones de veces en verano. Aunque a lo mejor no sabías que había nacido en África, en la ribera del Nilo,, se propagó en Asia y de allí saltó al resto del mundo. Los árabes la introdujeron en España ('sandiyya' era el nombre en árabe hispánico), y aquí se ha convertido en la reina del verano, da igual que se consuma en casa, en el cámping o en la playa.
Una fruta simpática, sin duda, y quizá por eso durante el Mundial de fútbol de Brasil un chef hizo caras de los mejores jugadores con las sandías. Dos curiosidades: el libro Guinness de los récords tiene anotada la plusmarca de 122 kilos para el ejemplar más pesado y también la del tipo que más ejemplares rompió con la cabeza en un minuto, y en Rusia hacen un vino hecho a base de sandía.
Como todas las frutas, la sandía (da igual de cuál de los 50 tipos es, con o sin pepitas, amarillas o rojas, con la piel lisa o rayada...) es sana. En México se ha usado mucho como planta medicinal: en Puebla la usaban contra el paludismo, en Sonora, contra el reumatismo y la gota; en Oaxaca, contra el sarampión… Lo que es seguro es que es fuente de salud, ya que contiene 12 vitaminas, sobre todo la C.
Al tener tanta agua, es diurética, de modo que está recomendada para quienes tienen cálculos renales, ácido único alto, hipertensión, retención de líquidos… Y si has comido mucho mucho mucho, es recomendable porque favorece la eliminación de sustancias a través sed la orina, así que desintoxica más de lo que imaginas.
Un consejo: si la guardas en el frigorífico, vigila con la temperatura porque es muy sensible al frío y debe ser consumida poco después de haberla sacado de la nevera. Ten en cuenta que puede aguantar hasta dos semanas a 15 grados gracias a su ancha corteza.
Melón: 2.400 años más viejo que Jesucristo
Aunque ya está disponible durante todo el año, es en verano cuando está en su esplendor y cuando más apetece porque es dulce y refrescante. El melón, cuyo rastro ya se encuentra en tumbas egipcias del 2.400 antes de Cristo, está especialmente indicado en dietas de control de peso y es rico en betacaroteno, también conocido como provitamina A, que ayuda a reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares, degenerativas y del cáncer, además de cuidar de la vista, la piel, el cabello, las mucosas y los huesos. También tiene vitamina C (favorece la absorción del hierro de los alimentos y aporta resistencia a las infecciones), así que quien odie los cítricos puede lanzarse en brazos de un melón. Tiene potasio (ideal para el sistema nervioso y muscular) y es rico en agua, así que es de lo más diurético (tomen nota quienes sufren de hipertensión arterial o afecciones de vasos sanguíneos y corazón y retención de líquidos). A su lista de bondades hay que sumar los hidratos de carbono (principalmente sacarosa o sucrosa) y el sodio (10 miligramos por cada 100 gramos cuando el resto de frutas anda en los a los 4).
Tres consejos: Uno. Si la piel está verde es que el melón está verde.. ¿Perogrullada? Sí, pero seguro que más de uno se ha llevado a casa una pieza odiosa. Dos: Si agitas el melón y notas que chapotea por dentro es que está demasiado maduro. Y tres: si está maduro hay que consumirlo lo antes posible. Una vez abierto, mételo en la nevera cubierto con un film transparente, para que no absorba los olores de otros alimentos. De todos modos, por si no lo recuerdas, explicamos lo de reconocer un buen melón en su día. Y con un crack, además.