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Por qué hay que dejar al sol los champiñones antes de cocinarlos

Estos hongos de tacto suave, color blanco y aroma intenso son muy ricos en vitaminas y nutrientes, alimentos de origen vegetal a los que podemos ayudar a aumentar significativamente una de sus principales propiedades con solo exponerlos al sol.

ChampiñonesPexels

Si echas un vistazo a las neveras de cualquier supermercado, encontrarás champiñones envasados en bandejas, enteros o laminados. Podemos cocinarlos en la sartén con un poco de ajo y perejil y servirlos como acompañamiento, o incluso los podemos incluir en guisos para darles un toque diferente.

A pesar de su reducido tamaño, su ingesta puede ser muy positiva para nuestro organismo. Son importantes fuentes de vitaminas y minerales, como por ejemplo el hierro y el potasio, y nos pueden ayudar mucho a prevenir algunas enfermedades graves como el cáncer. Además de eso, destacan por tener un aporte calórico realmente bajo -aproximadamente 22 calorías por 100 gramos- y son también bajos en grasa.

Pero, sin duda alguna, su principal función es aportarnos mucha vitamina D, un nutriente imprescindible para el correcto funcionamiento del organismo, sobre todo para la correcta absorción del calcio. Precisamente, esta sustancia es el motivo principal por el cual deberíamos dejar los champiñones al sol antes de cocinarlos.

Cómo aumentar la cantidad de vitamina D de los champiñones

Cuando nos exponemos al sol nuestro cuerpo es capaz de producir la cantidad de vitamina D que necesitamos, por lo que es una exposición importante. ¡No te olvides te tomar medidas para evitar quemarte! Los efectos del sol también son palpables en los champiñones -y las setas en general-, pues si antes de cocinarlos los exponemos durante un rato al astro, van a ser capaces de sintetizar su vitamina D y aumentar su cantidad.

Son varios los estudios que han investigado acerca de este fenómeno. Por ejemplo, la revistaJournal of Agricultural and Food Chemistry publicó en 2017 una investigación en la que expusieron champiñones a la luz solar durante unos 30 minutos. Los resultados fueron positivos y eso les permitió constatar que con esa exposición lumínica podemos aumentar considerablemente la dosis.

A su vez, un estudio encabezado por la Universidad de Boston añadió que la mejor hora para efectuar ese contacto es entre las diez de la mañana y las tres de la tarde, a poder ser laminados. Este hecho puede ser especialmente relevante si tenemos en cuenta que, al cocinar las setas, reducimos la cantidad de vitamina D, sobre todo si las cocinamos a temperaturas muy altas. Por ello, una buena idea puede ser ingerirlas crudas -siempre que sean frescas y las hayas limpiado muy bien- o cocinarlas a fuego bajo.

Cómo lavar correctamente las setas

Antes de consumir este tipo de alimentos, es imprescindible que efectuemos una limpieza profunda, porque suelen contener tierra y otras sustancias que pueden sentarnos mal. El proceso es algo delicado y especial, pues si no lo hacemos correctamente eliminaremos por completo su sabor.

Es importante que las limpies con un paño seco o un cepillo para eliminar los residuos más superficiales, pero bajo ninguna circunstancia las sumerjas en agua o las limpies durante demasiado tiempo bajo el grifo. Si lo haces, las setas absorberán mucha agua y verás cambios en su textura y sabor.

Retira también el tallo y la piel, aunque esta última parte no es del todo necesaria. Si lo quieres hacer, es tan sencillo como tirar de la piel suavemente para pelar el hongo, puedes ayudarte con un cuchillo. También debes secarlas con un papel de cocina para eliminar el agua sobrante.