TE LO CONTAMOS PASO POR PASO
Muchas veces hemos podido comprar más bollitos de la cuenta y hemos tenido que tirar los que sobraban, ya que a las horas se quedan duros. Sin embargo, hay una manera de que esto no ocurra, ¡congelando la bollería!
Cuando se nos va la mano comprando, nos supone un gasto extra y un malgasto de comida. Como la bollería muchas veces va en packs muy grandes, inevitablemente lo compramos sin pensar en las consecuencias. Aunque la repostería está mejor cuando sale del horno, no notaremos muchas diferencias cuando la congelemos.
Por otra parte, no se puede congelar de cualquier forma, hay que prestar atención al tipo de bollería y el tamaño. Por ejemplo, los postres que vienen en porciones como las magdalenas, tenemos que empaquetarlos por separado, utilizando papel film y asegurándonos que están perfectamente envueltos. Si es un bizcocho o algo similar, primero se deberá cortar en porciones individuales y luego utilizar papel vegetal para envolverlos y así poder descongelarlos de manera que no se peguen.
Una vez empaquetada la bollería que deseamos congelar, tendremos que meterlas en bolsas o recipientes herméticos e intentaremos sacar todo el aire posible para evitar que se seque. Una vez listo, al congelador.
Debemos tener en cuenta que se tratan de productos grasos, por lo que no aguantarán tanto tiempo congelado como otros alimentos. Otra cosa que debemos tener en cuenta es ubicar bien nuestra bollería en el congelador y vigilar que otros alimentos hay a su lado para evitar que cojan olores indeseados.