GRANDES PREGUNTAS

¿Se puede comer la cabeza del pulpo?

Cuando nos toca preparar alimentos cárnicos o pescados, surgen varias preguntas, como por ejemplo si ciertas partes son aptas o no para su consumo.

Cuando se trata de cocinar, existen miles de millones de variaciones de un plato en concreto. Podemos adaptar las diferentes recetas a nuestros gustos y necesidades, añadiendo o quitando ingredientes. Sin embargo, en el mismo momento que nos toca preparar ciertos alimentos cárnicos o pescados, es normal que surjan algunas preguntas, como por ejemplo si ciertas partes son o no comestibles.

El pulpo está muy arraigado a la gastronomía gallega. Lo podemos encontrar fácilmente en cualquier supermercado, pero cuando lo buscamos en la sección de pescadería o congelados, son los tentáculos lo que más nos interesa. Pero, ¿se puede comer la cabeza? Es algo que tiramos al cubo de basura con la idea de que se trata de un desperdicio y, no obstante, se trata de una porción más que podemos añadir a una gran multitud de recetas. En el vídeo de hoy te contamos todo lo que debes saber.

¿Por qué tiramos la cabeza del pulpo?

No existe un motivo concreto por el que debamos considerar la cabeza del pulpo como una sobra. Cuando está hervido o cocinado con cualquier otra técnica, tanto el sabor como la textura son muy parecidos a cuando consumimos el resto del cuerpo. La razón por la que generalmente la desperdiciamos es porque tiene un aspecto menos atractivo que los tentáculos, pero eso no es motivo para desaprovechar la cabeza del pulpo.

Existen muchas maneras de prepararla sin darnos cuenta de que estamos comiendo esta parte del cuerpo. Se puede añadir para elaborar croquetas, empanadas, canelones o cualquier otra receta. Sin embargo, es necesario limpiar correctamente el pulpo antes de introducirlo en el plato.

¿Cómo limpiar correctamente la cabeza del pulpo?

Para limpiar la cabeza del pulpo correctamente, es tan fácil como primero darle la vuelta y limpiarla debajo del grifo con abundante agua fría, retirando la posible suciedad y restos. Es importante hacerlo en el fregadero de la cocina, ya que es probable que suelte algo de tinta durante el proceso. Después, y con las manos o con ayuda de unas tijeras, retiramos la bolsa de tinta, las vísceras, los ojos y el pico. Finalmente, también tendremos que sacar los órganos internos y volver a enjuagar con abundante agua fría.