Las pruebas de paternidad no son concluyentes

¿El primer kebab de Occidente?

Pocos hallazgos de la humanidad tienen una paternidad tan disputada como el döner kebab, aunque lo que sí parece claro es que su origen está en Berlín. Tradicionalmente, los turistas que acuden a la capital alemana en busca del primer restaurante que sirvió este bocadillo de tiras de carne son remitidos al Hasir del barrio de Kreuzberg. Ahí que nos vamos.

El mítico kebab de Hasir. Una leyenda.Óscar Senar

La Puerta de Brandenburgo, el Muro, la cúpula del Bundestag... Sí, todo eso está muy bien, pero cuando un auténtico 'cocinatis' se va de visita a Berlín busca otro tipo de experiencias. Las salchichas 'currywurst' de los 'biergärten' (en castellano: jardines de la cerveza; qué bonito suena, ¿verdad?) son imprescindibles. Los centenares de restaurantes de fusión asiática son toda una sorpresa. Pero no hemos venido hasta aquí por eso. Igual que el Doctor Livingstone se fue a África en busca de las fuentes del Nilo, nosotros hemos venido hasta aquí con un objetivo inequívoco: descubrir el origen del döner kebab.

El döner kebab es un gran invento. Cuando uno lleva apenas 5 euros en la cartera, es plena madrugada, y necesita reponerse de andanzas crápulas, siempre confía en encontrar un kebab abierto a la vuelta de la esquina. Ahí está, no te fallará. Y en ese momento, en el que las fibras de la carne se deshacen en tu boca, piensas: "Bendito sea el tipo al que se le ocurrió este manjar". Así que no es tan raro que, si estás en Berlín, quieras presentarle tus respetos.

El tipo en cuestión es Mehmet Aygün. O no. Luego lo veremos. Su historia es la del sueño de muchos turcos emigrados a Alemania: nacido en Turquía en el seno de una familia humilde, en la década de 1970 él y los suyos abrieron en Berlín su primer local de comida, la semilla de lo que ahora es un imperio empresarial que incluye seis restaurantes Hasir y varios hoteles. Pero parece ser que Aygün no tiene suficiente con haber triunfado en lo económico, y se atribuye un mérito por el que es mucho más conocido: ser el inventor del döner kebab. Y aquí es donde salta la polémica.

Kebab, yo soy tu padre

Nadir Kurman, fallecido en 2013 a los 80 años, no estaba de acuerdo con la medalla gastronómica que Aygün se ha autoimpuesto. Según contaba este hombre en sus últimos años, en realidad Aygün le copió la idea -que tampoco era la bomba en originalidad, ya que, a fin de cuentas, era servir un plato tradicional dentro de pan de pita- cuando trabajó para él como camarero. Antes de morir, Kurman recibió el reconocimiento de la Asociación de Fabricantes Turcos de Döner en Europa (ATDID). Algo de gloria para un personaje que, a diferencia del magnate Aygün, no pasó de regentar un modesto puesto junto a la estación de Berlín-Zoo.

En realidad, quizás ni Kurman ni Aygün sean los auténticos padres del kebab, pero sí puede atribuírseles haber contribuido a su popularizacion en Berlín, y de ahí al resto de Alemania y al mundo. Y poco importará esta polémica a los que se ganan la vida con lo que hoy es un negocio millonario.

Hasir, el templo del kebab en Berlín

Aunque Mehmet Aygün empezó en el negocio del kebab en los años 70, no fue hasta 1984 cuando abrió el primer restaurante de la famosa cadena Hasir. Fue en la calle Adalbert del popular barrio de Kreuzberg, en lo que entonces era el Berlín Occidental. Ahí sigue a día de hoy.
De puertas para afuera es un local de lo más anodino. Todo cambia cuando entras en su interior. No es la decoración de aires otomanos lo que llama la atención, ni el diestro carnicero sacando tajadas de la mole de carne rodante, ni la suma amabilidad del camarero. Son las fotos. Por todas las paredes, mires donde mires, hay fotos y recortes de periódicos enmarcados en los que aparece el dueño del negocio junto a personalidades alemanas y turcas de todo tipo. Visto el "culto al líder", mejor no preguntar por el tema e ir directos al papeo.

La carta es bastante extensa, pero no hay equivocación posible: ahí está el 'döner kebap' "de siempre", y estando en Alemania se impone acompañarlo de una jarra de cerveza, aunque como es de esperar en un local que se proclama "una parte de Turquía en pleno Berlín", no falta en su oferta el raki, el conocido licor turco.

Cuando llega el camarero descubrimos que sí hay equivocación posible: en lugar del esperado bocadillo, llega un kebab en plato; básicamente, los mismos ingredientes en distinta presentación: carne de cordero a tiras, ensalada de lechuga, cebolla y tomate y pan de pita para acompañar. A modo de salsa, se ofrece un tarrito con guindilla picada, un aderezo con el que conviene ser prudente.

¿Hay alguna diferencia con el que te comes en la esquina? Además del ambiente genuino, lo que más se nota es la calidad de la carne, en la que es posible apreciar las fibras y grasa del cordero. ¿Vale la pena ir hasta Berlín para disfrutar de esta experiencia? Quizás no sea un destino turístico prioritario, pero sí podrás decir con orgullo: "Yo estuve en el primer kebab de Occidente”. Mientras, en su tumba, Nadir Kurman sigue maldiciendo cada día en el que dejó pasar la oportunidad de patentar un  invento que hoy cubriría de oro a sus descendientes.