VINOS, GASTRONOMÍA Y PAISAJE, UNA COMBINACIÓN GANADORA
Hay paraísos en la tierra. De muchos tipos. Por ejemplo, a quien le gusten los vinos y la buena comida, la Ribera del Duero es uno de ellos. Recorremos bodegas que tienen restaurantes donde, después de la visita a sus viñas, a sus salas de barricas, a sus museos e incluso a sus reservas naturales con animales en libertad, puedes jalar de maravilla. Nos han gustado estas cinco.
ARZUAGA NAVARRO
La visita a Arzuaga Navarro puede convertirse en una caja de sorpresas. Más allá de pasear por sus viñedos y sus instalaciones, puedes acabar viendo una encina milenaria y centenares ciervos, jabalíes y muflones en semilibertad, porque cerca de allí tienen una reserva natural donde los animales campan a sus anchas y cuya carne se usa en los dos restaurantes de la bodega. Uno se consagra a la cocina tradicional y otro, llamado Taller Arzuaga, al cruce de la gastronomía castellana y de otras latitudes, pues su director gastronómico es el peruano Víctor Gutiérrez, con una estrella Michelin por su establecimiento homónimo en Salamanca. La excursión a la reserva natural finaliza con una degustación de tres vinos. También puedes hacer un taller de cata maridando cinco tapas con cinco vinos y recorrer la bodega enterita degustando unos vinos al final. Y si vas en época de vendimia, podrás pisar la uva y beber el mosto.
EMINA
Vino y lechazo combinan bien. Y lo saben en Emina porque su restaurante, La Espadaña, borda este plato. Es una de las propuestas de cocina tradicional que puede maridarse con cualquiera de los 140 vinos que tienen en la carta, todas de Bodegas Familiares Matarromera, a la que pertenece Emina. Antes o después vale la pena ilustrarse en el ‘jardín de variedades’, donde hay centenares de cepas con todo tipo de uvas que se pueden probar, y en el museo, que recorre la historia y la cultura del vino de manera sencilla y muy amena. Puedes hacerlo de manera individual en cualquier momento, en una visita exprés de media hora que acaba con la cata de un vino y un queso, o unirte a una visita guiada más larga de una hora y cuarto (de lunes a sábado a las 11.00, 13.00 y 17.00 horas, y los domingos, a las 11.00 y a las 17.00 horas) y con tres degustaciones de vino como colofón.
EMILIO MORO
Cuando acabas la visita a Emilio Moro tienes la sensación de que lo sabes todo sobre el vino. Absolutamente todo. Sus guías te lo explican de una manera tan sencilla y amena que te abren un mundo. Visitas la viña, pruebas las uvas, ves la bodega… Y si encima acabas en su restaurante, cuando hacen catas dirigidas, solo te queda aplaudir: tres vinos y dos tapas, tres vinos y cuatro tapas, y cinco vinos, y cuatro tapas. Eso sí, hay que reservar visita y mesa (llamando al 983 87 84 00), y no hay carta sino tres menús de cocina tradicional castellana (¡no falta el lechazo!). Por cierto, los beneficios de uno ellos se destinan a la Fundación Emilio Moro.
PAGO DE CARRAOVEJAS
Una visita a la moderna bodega Pago de Carraovejas, donde puedes ver algún dron sobrevolando las viñas para controlar cómo evolucionan, siempre deja un buen sabor de boca. No solo por las historias que te cuentan casi a la sombra del icónico castillo de Peñafiel (cómo el hijo de un pastor montó primero un restaurante y después una bodega que inicialmente solo iba a producir vinos para su local), sino porque la visita a las instalaciones viene acompañada con una cata en la que te sirven varios bocados que prepara su restaurante, Ambivium. Allí, la chef, Marina de la Hoz, elabora una cocina apegada al territorio en que igual combina las brasas con sarmientos de vid que aplica técnicas de vanguardia, ya sean esferificaciones o cocciones a baja temperatura.
ABADIA RETUERTA
Se ha convertido en una de las bodegas de referencia de la zona para los ‘enoturistas’ a pesar de que por pocos metros no forma parte de la denominación Ribera del Duero. Esta abadía del siglo XII es ahora un hotel de lujo propiedad de la bodega, al otro lado de la carretera. Organizan todo tipo de actividades, desde visitas ‘típicas’ a las instalaciones hasta visitas en bicicleta eléctrica, todoterreno, a caballo e incluso vueltas en helicóptero. En muchos casos, puedes hacer un pícnic en el campo e incluso te pueden montar un show de cetrería si hace falta. Para comer o cenar, dos restaurantes: La Vinoteca, cocina de mercado en platos para compartir, y Refectorio, con una estrella Michelin, ubicado en lo que fue el comedor de los monjes (de ahí su nombre).
DÓNDE DORMIR
Ya que vas a ver bodegas y viñas, lo suyo será dormir rodeado de vides, ¿no? Uno de los mejores hoteles de la zona es el que tiene Arzuaga Navarro. Es un cinco estrellas grande y no muy caro, con habitaciones espaciosas cuyas vistas a las viñas y a las bodegas son impagables. Además de tener dos restaurantes, cuenta con gimnasio y spa.