¿QUÉ DIFERENCIA A UN POLLO BIO?
Sus plumas brillan, sus crestas desafían altivas la gravedad, sus patas robustas están acostumbradas a pisar la tierra. Se diría que estos pollos son diferentes. ¡Vaya si lo son! Nos colamos en la primera granja de pollos ecológicos de Aragón, una explotación donde las aves pueden campar a sus anchas al aire libre. Su único enemigo: las rapaces.
No hace falta un certificado (que lo tienen) para saber que estos pollos son diferentes. A simple vista se comprueba que las aves que crecen en la granja DelCinca, en Albalate de Cinca (Huesca), están de lo más lustrosas. Hace cuatro años, la familia de Arturo Salvador puso en marcha esta explotación, la primera de carácter ecológico en Aragón. Aquí, los pollos tienen un mínimo de 90 días para crecer antes de ir al matadero (frente a los 35 días de un ave industrial), cuentan con un amplio terreno para esparcirse y comen pienso ecológico. Esto se traduce en una carne más sabrosa y con la garantía de que el animal ha disfrutado de contacto con la naturaleza.
Los pollitos llegan con apenas un día de vida a la granja. Proceden de explotaciones convencionales, ya que en España no existe producción de huevos ecológicos para cría, según explica Arturo Salvador. Una vez en las instalaciones de Albalate, los animales van a tener una vida del todo natural. Nada de suplementos nutricionales o antibióticos. Mientras crecen se alimentan solo de pienso ecológico y de las verduras y hierbas que pueden picotear en el campo, lo que le da una mayor ración de proteínas a su dieta. Que hace calor o llueve: todos adentro del corral. Que sale un buen día: todos a rebuscar y escarbar entre la vegetación. Cuando les llega su hora, las aves son transportadas hasta el matadero ecológico de Copóns (cerca de Igualada), el más cercano de este tipo a la granja. De vuelta a Albalate, la familia de Arturo se encarga del despiece, envasado y comercialización de la carne.
DelCinca empezó con capacidad para 600 animales y ahora ya tienen espacio para 2.500 pollos. No porque estos estén más apretados, sino porque se han ido añadiendo módulos, por los que las aves van pasando conforme crecen. En cada uno de los recintos habitan 240 pollos, que se guarecen y alimentan en una caseta (en la que puede haber un máximo de 10 pollos por m², frente a los 16-18 por m² de las granjas normales) y tienen una amplia parcela vallada, en la que disponen de un mínimo de 8 m² por individuo (algo impensable en la avicultura intensiva).
Llama la atención que en las esquinas del recinto se yerguen espantapájaros con forma de búho. "Uno de los problemas de estas explotaciones es que, al estar al aire libre, las águilas se llevan los pollitos, así que tratamos de ahuyentarlas como sea", explica Arturo. Un ave rapaz sobrevuela el cielo para corroborar la amenaza.
El respeto al bienestar de los animales da como resultado carne con más sabor, ya que el estilo de vida de los pollos ecológicos hace que la grasa se infiltre en los músculos. Según revela Arturo, "cada día más gente se interesa por este tipo de producto; no son solo personas con un alto poder adquisitivo, sino consumidores que buscan comer más sano". Por su parte, haberse embarcado en esta aventura es ante todo "un compromiso con la agricultura ecológica". Como el movimiento se demuestra andando, en DelCinca ya planean en un futuro poder cerrar el círculo y llevar a cabo ellos mismos todas las fases de la producción.