Puede que estés cometiendo pequeños errores de alimentación en tu día a día
Quieres bajar de peso o ponerte en forma, pero por muchos esfuerzos que hagas, no logras conseguirlo. ¿Por qué? Puede que estés cometiendo algunos errores a la hora de alimentarte que, a priori, no tengan importancia, pero que en realidad se estén interponiendo en tu camino.
Hablamos de hábitos o prácticas extendidas, pequeñas cosas que hacemos con relativa frecuencia pensando que nos ayudarán a estar más sanos o a adelgazar, pero que lejos de hacerlo, pueden estar saboteando nuestra dieta. Seguro que alguna de estas costumbres te suena…
Abusar de los productos 0 %
Muchas personas basan gran parte de su alimentación en productos 0% o light, que implica que son bajos en grasa. Sin embargo, es bastante frecuente que estos productos (yogures, refrescos, snacks…) tengan un mayor contenido en azúcares, para compensar el sabor que pierden al reducir su contenido en grasas. ¿Y qué pasa con los hidratos de carbono (azúcar) que el cuerpo no usa? Pues que se convierten en grasa. ¡No abuses de ellos!
Cenar fruta
El contenido de la cena tiene que ser similar al de la comida de mediodía, incluyendo verduras y proteínas. Una cena “ligera”, a base de fruta, es contraproducente: la fruta contiene hidratos de carbono que, si no se queman, se almacenan en forma de grasa. Y durmiendo no se van a quemar.
Fiarse siempre de los alimentos integrales
Los alimentos integrales (cereales como el arroz, pan, galletas, etc.) son más más nutritivos que sus versiones refinadas porque poseen más fibra dietética y más minerales y vitaminas. Sin embargo, contienen prácticamente las mismas calorías e hidratos de carbono, por lo que deberías consumirlos siempre con cabeza.
Tomar demasiado zumo
Muchas personas se preparan zumos naturales por la mañana, pensando que son mejores que un café con azúcar o que cuentan como una porción de fruta. Sin embargo, los zumos no siempre son la opción más recomendable, ya que en ellos se queda todo el azúcar de las frutas (fructosa) y se pierden muchos de sus otros nutrientes (presentes en la piel o en la pulpa).
Pensar que un capricho no hará nada
A media mañana tienes hambre, por lo que te comes un bollito que has sacado de la máquina expendedora. O llega la hora de la merienda y te comes un cruasán, pensando que por un capricho al día no pasará nada. ¿Te suena? Nutricionalmente hablando, es como si te hubieses comido media hamburguesa o una porción de pizza. ¡Demasiadas grasas saturadas!
No tomar suficiente agua
A pesar de los continuos avisos de médicos y nutricionistas, que recomiendan beber al menos 2 litros de agua, muchas personas no llegan a este número y se quedan muy por debajo de la cantidad recomendada, porque prefieren beber refrescos u otros productos en lugar de agua.
No debes olvidar que el agua es fundamental para mantener un buen nivel de hidratación, drenar y eliminar líquidos y, en definitiva, estar en forma.
Saltarse una comida
Has comido mucho, por lo que decides no cenar e irte a la cama por la noche con el estómago vacío. O cenaste mucho, por lo que a la mañana siguiente te saltas el desayuno, “para compensar”. ¿Quién no lo ha hecho? Con este hábito solo conseguirás ralentizar aún más tu metabolismo. Es mejor comer algún alimento cada 3 o 4 horas, sin hacer grandes periodos de ayuno, para que tu metabolismo siga activo.