Así es como se hace: atiende
Atento: no es que hayas engordado, es que lo estás haciendo mal.
Hay pocos objetos cotidianos que infunda tanto terror en el ser humano como la báscula. Parecen aparatos inofensivos, pero son capaces de arruinarte el día -y desde por la mañana ya, para más inri- con una lectura de tu peso. Malditos cacharros. No obstante, hay maneras y maneras de usarla para que te devuelva siempre el peso correcto y no medidas surrealistas. Comprueba que la estás usando bien de acuerdo con esta guía.
Quítate la ropa. Oh, sí. No pintas nada pesándote con los pantalones y el jersey puestos. Para una lectura correcta, ponte en pelota picada sobre ella. ¿O es que crees de verdad que la sudadera oversize que llevas en enero pesa lo mismo que la camiseta de manga corta de junio? Para evitar que la báscula te maree, súbete encima de ella. Quítate hasta las gafas, si las llevas.
No te muevas. Las básculas son instrumentos extraordinariamente precisos y con la capacidad de detectar el más mínimo gesto. Si te agachas para ver mejor la medición o te atusas el pelo mientras estás encima, estarás alterando el peso que aparece. Por eso, para ser lo más precisos posibles, la recomendación es mantenerte quieto como una estatua.
Atento a la simetría. La postura corporal es muy importante. Procura no estar encorvado y, lo más importante, vigila la simetría de tu cuerpo. Si cargas más el peso sobre uno u otro lado, estarás dificultando el trabajo de la báscula -que bastante tiene con cargar con tu cuerpo, ¿sabes?-. Ponte recto sobre ella y procura apoyar la mitad de tu peso sobre un pie y la otra mitad sobre el otro.
Evita que esté encima de una alfombra. Para obtener resultados óptimos, es importante que la báscula se asiente sobre una superficie plana. Si, por ejemplo, situamos la báscula encima de una alfombra de baño, podemos estar interfiriendo sobre la lectura que va a hacer, debido a las oscilaciones del tejido o a una deficiente colocación sobre el suelo del baño.
No te peses después de bañarte. El agua pesa y, aunque el resultado no tiene por qué alterarse mucho, sí que va a influir en tu peso. Sécate bien y colócate en la báscula a continuación. El sudor hace el mismo efecto así que no caigas en la tentación de pesarte cuando has terminado de hacer ejercicio pensando que la báscula va a captar esos 500 gramos que has quemado.
Siempre a la misma hora. Antes de desayunar, después de ir al baño por la mañana... Tu eliges el momento, pero procura que sea siempre el mismo para poder tomar una referencia válida. Ten en cuenta que las oscilaciones entre tu peso a primera hora del día y por la noche son importantes y puede desviarte de tu objetivo si estás buscando perder algún que otro kilillo.
Ajústala. Tanto la analógica como la digital necesitan estar a cero antes de subirte en ellas. En el caso de las digitales no suele haber problema porque se resetean solas, pero fíjat siempre en que marque un cero fijo antes de ponerte encima. En el caso de las analógicas, utiliza la ruedecita que tienen para hacer que la aguja coincida con el cero exactamente.
Siempre en la misma ciudad. Si pesarse en el mismo momento del día es importante, también lo es hacerlo en la misma báscula e incluso en la misma ciudad. Ten en cuenta que las condiciones atmosféricas, la elevación o el nivel de humedad pueden hacer que los registros varien de forma significativa. Mantente fiel a tu basculita de casa y evita ponerte a prueba con otras.