No se trata solo de meter los platos al tuntún
¿Te salen sucios los platos? ¿Se te rompen las tazas? Tranquilo, te contamos cómo evitar estos desastres
Si algo nos trajo el lavavajillas a nuestra vida fue abandonar esas largas y tediosas sesiones de fregoteo. Sin embargo, aunque parezca más sencillo de utilizar que cualquier otro, tiene su intríngulis. Hemos visto seres humanos desquiciados por encontrarse con platos sucios cada vez que desalojan el lavavajillas y a otros atemorizados por la capacidad destructiva de su aparato, capaz de mellar platos y tazas como si fuera una criatura salida de la mente de Stephen King. Calma chicha: aquí van unos consejos para aprender a utilizar este electrodoméstico como es debido.
No laves platos y tazas antes de meterlos. Hay estudios realizados que indican que, aunque estén bastante sucios, no hace falta pasarlos por el grifo antes de meterlos (bueno, salvo que haya sobrado un puñado de garbanzos o meda ración de paella). Lo que conseguimos así es únicamente gastar más agua de la cuenta, algo reprochable desde el punto de vista ecológico.
Limpia el filtro. De vez en cuando, claro. No hace falta que lo hagas cada semana, pero sí que es importante realizar un cierto mantenimiento. Lo mismo vale para el abrillantador y la sal: no se reponen por si solos y, si queremos que nuestro lavavajillas nos dure, es mejor estar atento a los indicadores.
Usa los distintos modos. Los lavavajillas modernos disponen de distintos modos que hacen la limpieza más eficiente: no dejes de usarlos. Si ves que no lo vas a llenar, opta por la opción de media carga; algunos tienen un programa específico para lavar únicamente copas y vasos y hay algunos que cuentan con un modo 'nocturno' que reduce el ruido. Opta siempre por lo más conveniente.
Emplea las pastillas y no otro detergente. Abandona el escepticismo con respecto a las pastillas: son lo que tu electrodoméstico necesita. Emplear detergente de la lavadora o el gel con el que friegas no es lo más conveniente.
Los platos, abajo. Los lavavajillas están diseñados para que los platos se sitúen en la parte inferior con el objetivo de lograr un mejor resultado. Colócalos siempre en paralelo y evita que se toquen entre sí para que no se produzca un estropicio.
Los boles y los vasos, arriba. Y siempre boca abajo para evitar que se transformen en receptores de agua. Si lo que quieres es que se laven correctamente, colócalos en la parte superior, de modo que el agua tenga acceso a su interior.
No lo sobrecargues. Las deficiencias en la limpieza casi siempre empiezan cuando hay demasiados platos y ollas en liza. El lavavajillas cuenta con el espacio que cuenta y apilar ollas y sartenes solo provocará que acaebn saliendo con restos de suciedad.
Cuidado con las piezas grandes: los brazos deben moverse. Esto vale para cacharros grandes como la tapa que utilizamos para cubrir los platos en el microondas, escurridores, coladores, etc. Intenta colocarlos de modo que no choquen con los brazos del lavavajillas para que no entorpezcan el lavado.
No metas la madera y los cuchillos. Dos elementos que conviene seguir lavando a mano. Ten en cuenta que la madera se puede acabar deteriorando por el exceso de agua. En el caso de los cuchillos, el lavavajillas puede afectar a su filo, haciéndolos más romos.
Los utensilios, arriba y en plano. Esto vale para la espumadera o para la lengua que utilizamos para rebañar, por ejemplo. Evita que se sitúen en vertical y busca un hueco siempre en la parte superior para que queden bien limpios. Hay lavavajillas que cuentan incluso con un espacio reservado.