ENTREVISTA

Insectos en la dieta: ¿Son saludables y seguros para el consumo humano?

¿Son los insectos el alimento del futuro? Descubre los pros y contras de incorporar grillos, gusanos y escarabajos a tu alimentación y conoce su valor nutricional y posibles riesgos de la mano de una experta.

GusanosPexels

En España se ha autorizado el consumo de grillos domésticos, gusanos de la harina y escarabajos del estiércol en diversas formas, incluso en productos elaborados como panecillos, pasta, pizza, salsas y cerveza.

Existe escasa literatura científica independiente sobre los beneficios de comer artrópodos para la salud de las personas porque la mayoría de los artículos se basan en lo que ha publicado la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, favorable a la introducción de los insectos en la dieta humana, especialmente por las presuntas ventajas a nivel medioambiental y como solución a la futura escasez de recursos alimenticios.

Pero, más allá de los supuestos beneficios para el planeta, en NovaMás queremos saber si es realmente saludable incorporar insectos en la dieta. ¿Se absorben los nutrientes de la misma manera? ¿Existen contraindicaciones?

Para responder a estas preguntas, entrevistamos a Mar Santamaria Sala, Responsable de Atención Farmacéutica de PromoFarma by DocMorris, quien nos brindará las claves para decidir si comer insectos es una buena opción para nuestro organismo.

Grillo | Unsplash

¿Cuáles son los principales componentes nutricionales de los insectos?

Su valor nutricional destaca por un buen aporte de proteínas, ácidos grasos, quitina (que actúa como una fibra dietética) y ciertos micronutrientes como la vitamina B12 o minerales como el hierro y el zinc.

¿Cuáles son los beneficios de comer insectos a nivel nutricional?

Podemos mencionar un potencial efecto positivo de péptidos antimicrobianos (pequeñas moléculas proteicas que pueden hacer frente a microorganismos nocivos) y un efecto prebiótico de la fibra dietética. También destacan las propiedades antioxidantes de algunos de sus componentes y el apoyo al sistema inmunológico, gracias a la presencia de vitaminas y minerales.

Sin embargo, es importante destacar que estos atributos en los insectos no están completamente evaluados en el momento actual, pero sí se derivan directamente de los nutrientes y micronutrientes que ellos contienen y que comparten con otros alimentos de nuestra dieta.

¿Y los inconvenientes?

El principal inconveniente es el riesgo de reacción alérgica, similar a la de los crustáceos y ácaros. Existe la posibilidad de una reacción cruzada, donde una alergia a una sustancia puede desencadenar otra. Ello puede deberse tanto al insecto en sí como a sustancias alergénicas presentes en su alimentación.

Es necesario investigar más sobre este riesgo y exigir la información de alérgenos en el etiquetado de los productos que contienen insectos.

¿Es cierto que los insectos proporcionan proteínas de alta calidad en comparación con la carne y el pescado?

Los insectos aportan entre 14 y 21 gramos de proteína, según especie y fase de desarrollo, por cada 100 gramos. Unas proporciones similares a las del marisco y los cefalópodos, y no muy distantes respecto a la carne tradicional.

¿En qué varía la calidad y la absorción de estos nutrientes? ¿Puede nuestro organismo aprovechar correctamente todas las proteínas para obtener los aminoácidos esenciales?

Con relación a los aminoácidos esenciales, su perfil no dista mucho respecto de la carne tradicional: el aporte de valina, por ejemplo, está dentro de un rango muy similar a la carne. Otros aminoácidos esenciales como isoleucina, leucina, treonina, lisina y fenilalanina quedan solo un poco por debajo, pero su aporte es relevante. En el caso del aminoácido histidina, el aporte es mayor por parte de los insectos.

Gusanos | Pexels

Hablando del aprovechamiento de los nutrientes, como siempre, es una cuestión de balance y equilibrios. Por supuesto que algunos componentes, como las fibras insolubles, pueden actuar como "antinutrientes" y dificultar la asimilación de otras moléculas de interés nutricional. Pero, en la alimentación, como en la vida, todo es cuestión de dosis y combinaciones.

La dieta no debe basarse únicamente en unas pocas fuentes alimenticias: por definición, debe ser variada. El hecho de consumir fuentes proteicas de insectos no implica dejar de comer otros muchos alimentos de interés.

Hablemos de la quitina presente en el exoesqueleto de los insectos y que nuestro cuerpo no digiere. ¿Es cierto que puede causar estreñimiento o diarrea, o interferir en la absorción de algunos nutrientes, como calcio, hierro y zinc?

Como decía anteriormente, el efecto de los "antinutrientes" (sustancias que dificultan la asimilación de otras en el tracto gastrointestinal) depende siempre de la dosis que tomemos, por un lado, y de la variedad de nuestra dieta, por otro. Dosis excesivas de fibra dietética sí pueden comportar una merma en la absorción de micronutrientes o un efecto osmótico indeseado que cause trastornos de motilidad intestinal. Si la dosis es moderada y, por otro lado, repartimos nuestra ingesta incluyendo distintos grupos de alimentos, no debería suponer un problema.

Dejando de lado las personas alérgicas, ¿todo el mundo puede comer insectos (personas mayores, niños, embarazadas…)?

Es una pregunta muy interesante porque, en general, estos grupos de población suelen quedar "infraestudiados" en etapas iniciales de cualquier novedad. A priori, se asume que el alrededor del 50% de la población que tiene ahora entre 14 y 29 años consumirá insectos en un futuro próximo, principalmente como ingredientes en productos alimenticios procesados.

Basándome en el principio de precaución, es prudente no recomendar el consumo de insectos como primera opción durante el embarazo y en pacientes frágiles, a pesar de la falta de contraindicaciones claras. Sería preferible esperar y considerar otras alternativas para estos grupos de población específicos hasta contar con una evaluación de riesgos sólida y una mayor experiencia de uso.