Desayuno, comienza, merienda y cena
Apostamos por una ruta cercana al museo, pero, ojo, sin pisar ningún bar de pintxos.
¿Puede el centro de una ciudad cambiar de ubicación en pocos años? Pues sí que puede suceder. Un ejemplo paradigmático es Bilbao, donde su zona vieja, tradicional nucleo de la ciudad, compite ahora con la zona cercana al Guggenheim. Cada fin de semana, un aluvión de turistas (y una buena cantidad de bilbaínos) se pasean por el impresionante edificio diseñado por Frank Gehry. Y no es para menos: una exposición antológica de Francis Bacon es motivo suficiente para perderse en él. La cuestión es, ¿puede uno hacer un ruta gastronómica sin alejarse mucho del centro de arte y que resulte, a la vez, moderna y satifactoria? Pues sí. Y lo vamos a demostrar avanzando al mismo tiempo que las agujas del reloj.
Desayuno. Si estamos de paso en Bilbao, una gran opción para alojarse puede ser el Hotel Miró, que mira de tú a tú al Guggenheim desde la otra acera. Es un hotel moderno, con un estilo atemporal, que cuenta en sus paredes con obras de Ana Laura Aláez, entre otros artistas. Además de unas habitaciones cómodas y contemporáneas, cuenta con un desayuno que se desmarca de los clásicos buffets para ofrecer algo mucho más personalizado. Se trata de The Brown Bread Bag. Se llama así, porque la oferta viene, efectivamente, en una cesta de color marrón. En su interior, mermeladas de fruta de temporada de Orduña, pan de masa madre de producción artesanal de diferentes variedades ( payés, de lino y alemán), croissant hojaldrado de masa madre natural, miel de Urdaibai, queso Idiazabal, tomate de la huerta, mantequilla 100% natural y zumo de naranja natural. Además, huevos de caserío al gusto. El servicio se ofrece en la mesa, para que el comensal no tenga que levantarse en ningún momento. Un planazo. Sin ninguna duda. A partir de 12 euros.
Hotel Miró.Mazarredo Zumarkalea, 77.
Comida. Hay pocos lugares en Bilbao que reflejen de manera más clara el signo de los tiempos que Kimtxu, una taberna en la que se dan de la mano el producto vasco con la técnica oriental. En resumen; el signo de los tiempos, pero llevado a cabo de manera inmejorable. El jefe de todo esto es Iván Abril, un cocinero gallego que se recorre el mundo desde sus cocina para poner en la mesa platos como el dumpling de sukalki, caldo de jamón, mini zanahorias y aceite chile el curry Massaman, hecho con picaña de vaca marinada, calabacines en flor y pimientos de Guernica. Además, le pone chile al bacalao, encurtidos al muslo de pato estilo Pekín o dips de miso al cabracho. Todo, en un ambiente desenfadado, con guiño asiáticos por doquier, incluidos los mantelitos individuales. Destaca Abril por el gran sabor que consigue en guisos y fondos, que hace de la comida en Kimtxu una experiencia cien por cien gastronómica. Y a 5 minutos andando de la puerta del Guggenheim. Precio medio: 30-35 euros.
Kimtxu. Heno kalea, 17.
Merienda. ¿Existe alguna solución para satisfacer por igual a los que, tras la comida, les pide el cuerpo una cerveza y a los que buscan el calor de un café acompañado de un trozo de tarta? A poco más de 10 minutos del Guggenheim encontramos la respuesta. Penguin Bar, con apenas de unos meses de vida, es el perfecto espacio industrial-pero-acogedor que funciona como refugio en las tardes de invierno bilbaínas. Un total de 16 grifos de los que mana cerveza artesana, mucha de ella 'made in Euskadi'. Es imposible aburrirse: hay una rotación continua en las referencias que se sirven. Admás, también se cuida el café para que los aficionados lo disfruten. Para acompañar hay una buena selección de tartas, con una de zanahoria que quita el sentido, y raciones de hummus o sandwiches. ¿El sitio de moda en Bilbao para pasar las tardes? Probablemente sí.
Penguin bar.Gregorio de la Revilla Zumarkalea, 12.
Cena. A unos pocos metros del Penguin está una de las apuestas más singulares de la ciudad. En Sumo se ofrece sushi para llevar en lo que puede presumir de ser un auténtico ultramarinos nipón. ¡Tienen hasta dorayakis! Para los que buscan refugiarse de la lluvia con una buena ración de makis y nigiris en la comidad del salón de su casa, Sumo es una opción perfecta. Tienen sopa de miso, gunkan de tobiko (huevas de pez volador) o temari de calamar. El apartado dulce se completa, además de con los citados dorayakis, con galletas de sésamo o mochis, los tradicionale dulces nipones, de nata y fresa. Para los muy cocinillas, venden el kit para currarse sushi en casa. Bilbao, fuera de los tópicos habituales...
Sumo.Poza Lizentziatuaren Kalea, 39 (también en Ledesma, 5).