¡SIN REMORDIMIENTOS!
Si eres un amante del queso, la palabra dieta te aterrará. Sí, porque lo segundo que te preguntan siempre (después de ¿comes muchos hidratos?), es si te gusta el queso. Y en cuanto asientas, firmas tu condena a la infelicidad. Hay que reducir el consumo de queso, dicen. Se puede vivir sin queso, afirman. ¡Hay alternativas mucho más saludables!, informan. Y tú solamente quieres encerrarte en tu cuarto y llorar.
Pero no te preocupes: sí hay quesos perfectamente compatibles con una dieta, y que además son deliciosos.
Mozzarella: sabemos lo que estás pensando y no, no nos referimos a la pelota blanca, redonda y sin sabor que venden en algunos supermercados, sino a una buena mozzarella, posiblemente artesanal. De esas que cuando la pinchas echa leche, que se deshace en la boca y que arregla cualquier plato. Su aporte calórico es de apenas 280 calorías por 100 gramos de producto, cantidad que aumenta un poco si decides tirar la casa por la ventana y comerte una buena mozzarella di búfala. Puede ser una alternativa para bocadillos y ensaladas, pero también se puede consumir como cena ligera, acompañada por crudités o como complemento a una sopa de verduras.
Esos italianos, qué arte tienen. Después de la mozzarella, nos regalan la ricotta, un queso que normalmente se elabora con leche de oveja o cabra, pero que también podemos encontrar preparado con leche de vaca. En Italia se utiliza, entre otras cosas, para rellenar pasta fresca como ravioli, tortellini, cannelloni. En el sur, y especialmente en Sicilia, también se emplea en la preparación de dulces deliciosos, como los típicos cannolis. En el día a día, es un queso versátil y fácil de utilizar. ¿Algunas ideas? La puedes utilizar en vez de la mayonesa para tu sándwich de pollo, o puedes atreverte a mezclarla a la carne para preparar unas deliciosas albóndigas de ricotta, que además no necesitan huevos. Si quieres un desayuno contundente, puedes prepararte una tortilla francesa o una tarta que le encantará a todo el mundo: chocolate (negro) y ricotta. Aporta 174 calorías por 100 gramos de producto.
El queso de Burgos es el queso nacional que menos engorda y es el clásico queso que empezamos a comer cuando queremos adelgazar y no podemos prescindir de este alimento. Tal vez por esta razón, muchos le han cogido manía, relegándolo a la categoría de queso para dietas, de la que nos olvidamos al cabo de un par de semanas de empezar. Y es que el queso de Burgos en cambio es perfecto para combinarlo con verduras, e incluso rellenarlas. ¿Has probado los rollitos de calabacín, cebollino y queso? No sabes lo que te pierdes. También lo podemos utilizar para darle una textura más aterciopelada a nuestras cremas de verduras sin recurrir a la nata; es perfecto si lo consumimos en ensaladas, también de pasta, y, qué duda cabe, nos encanta desayunar un buen quesito de Burgos con un poco de miel, y un par de nueces. ¡Ñam!
Por último, aunque no te lo creas, está el queso feta. Esta delicia ligeramente salada es obra de los griegos y aporta solamente 264 calorías por cada 100 gramos de producto. Es deliciosa en ensaladas, pero también tiene el poder de añadirle sabor extra a cualquier plato. Una combinación explosiva es la ensalada de quinoa con gambas y queso feta, o también rollitos de berenjenas rellenos de feta al horno. También es una buena alternativa en el desayuno: ¿has probado alguna vez una tostada de pan de centeno con aguacate y queso feta? Para empezar el día con buen humor y energía.