Esas cañitas y esos vinitos...
No solo se sube a la cabeza: el alcohol tiene más efectos de los que te imaginas...
Hay quien asegura que un consumo moderado de alcohol puede ser parte de un estilo de vida saludable. La realidad lo niega: tomar vino, cerveza o destilados, aunque sea en pequeñas dosis, dista mucho de hacerle ningún favor a nuestroscuerpo. Su mala reputación proviene de los efectos a corto y largo plazo que tiene en el organismo, desde el cerebro hasta el nivel de azúcar en la sangre pasando por lo que le hace a nuestro hígado.
Pero muchas veces pasamos por alto las consecuencias que el consumo de alcohol puede tener para nuestros dientes, encías y demás tejidos. Ojo porque tendemos a pensar que, al tratarse de una bebida no afecta nuestra salud bucal. Nada de eso: hay una serie de riesgos que hay que tener muy en cuenta y que nos pueden llevar a replantearnos cómo pasamos el fin de semana.
Vamos primero con lo más gordo, que afectaría a las personas con dependencia severa del alcohol. Las posibles complicaciones en encías, las caries dentales y las llagas bucales son mucho más frecuentes en el caso de los bebedores compulsivos y el abuso de alcohol es el segundo factor de riesgo más común en el caso del cáncer oral. Además, las personas que sufren un trastorno de algún tipo derivado por consumo de alcohol tienden a tener niveles de placa más altos en sus dientes y también poseen una probabilidad tres veces mayor de experimentar pérdida permanente de dientes. Pero, claro, este pasa en el caso de aquellas personas que consumen mucho alcohol. ¿Qué pasa con el resto? Pues que se enfrentan a problemas que, aunque pueden parecer cosméticos, también tienen su importancia.
Ojo al color. Los cromógenos se adhieren al esmalte de los dientes que, además, puede estar debilitado por la acción del ácido presente en el alcohol, manchándolos. Una forma de eludir esto es tomar las bebidas alcohólicas con una pajita. Pero, en el caso del vino tinto o de los refrescos de color oscuro que se utilizan para mezclar, hay pocas vías de escape. Es casi seguro que diremos adiós a una dentadura blanca.
Sequedad dental. Las bebidas con alto contenido de alcohol, como las espirituosas, secan la boca. La saliva mantiene los dientes húmedos y ayuda a eliminar la placa y las bacterias de la superficie del diente... Eso sí, en el caso de un consumo continuado es mejor ir alternando cada copa con agua para mantenernos hidratados y combatir este efecto indeseado.
Erosión o rotura del esmalte. Cuidado con los cítricos que pueden entrar en la mezcla de combinados o cócteles: incluso un chorrito puede dañar nuestro esmalte dental. Además, hay que evitar masticar el hielo en las bebidas, ya que corremos el riesgo de sufrir la rotuta de alguna pieza. Es mejor no tomarse lo de tomarse un gin tonic como un deporte de riesgo...