'Winter is engording'
Os damos tres razones de peso para que entendáis por qué en los meses más fríos se gana peso aunque no queramos.
Recapitulemos: llevas desde primeros de enero sometiendo a tu cuerpo a una dieta rigurosa en la que hidratos de carbono, azúcares y grasas están a raya. Es uno de tus propósitos de Año Nuevo y lo llevas a rajatabla. Y, sin embargo, no solo no estás perdiendo gramos sino que tu cuerpo está acumulando más grasita de la que te esperabas. ¿Por qué? ¿A qué se debe esta locura? ¿Hay alguna explicación científica? De hecho, hay tres explicaciones plausibles, dos respaldadas por estudio y otra por el sentido común.
1. Nuestro instinto. Desde tiempos inmemoriales, el invierno ha sido la peor época del año para obtener alimentos. Por eso, hay una especie de instinto que empuja a animales y seres humanos a comer más de la cuenta para afrontar posibles restricciones de comida. Además, un estudio reciente de la Universidad de Exeter sugiere que los humanos seguimos manteniendo ese hábito en época moderna. Además, la misma investigación explica que nuestro cuerpo no es especialmente tiquismiquis respecto a continuar comiendo aunque ya hayamos alcanzado nuestro peso ideal. ¿La razón? La comida moderna, tan atractiva y sugerente y capaz de hacernos caer aunque ya estemos saciados.
2. La falta de vitamina D. Sí, la que nos da el sol. Resulta que una investigación reciente ha concluido que la vitamina D que tomamos de la luz solar tiene la capacidad de hacer que las células de grasa reduzcan su tamaño. Es decir, que los rayos del sol queman la grasa -parece un sueño hecho realidad para todos aquellos que sigan dieta-. Por tanto, para evitar esa falta de energía solar, una buena costumbre sería tratar de exponerse durante al menos un ratito cada día. Los expertos también advierten de que si podemos remangar pantalones y jerseys para que las extremidades liguen bronce, mejor que mejor.
3. Una vida más sedentaria. Está claro: el efecto combinado del frío, la lluvia y la falta de luz hacen que nuestros hábitos sean mucho más sedentarios durante los meses de invierno. Es la época de mantita y peli frente a running, sesiones de bicicleta o idas y venida al gimnasio. Aunque reduzcamos nuestras raciones, es casi inevitable que, debido a la falta de actividad, acabemos ganando algunos gramitos.
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