TRUCO
Hay alimentos que metemos en la nevera directamente ya que pensamos que de esa manera posiblemente duren más. Sin embargo, algunos deben permanecer fuera y con otro método de conservación. Te lo contamos.
Cuando compramos algunos alimentos no sabemos si guardarlosdentro o fuera de la nevera. Un ejemplo muy común es el tomate, que, si lo refrigeramos de manera incorrecta, puede acelerar su deterioro y afectar a su aroma y sabor.
Los tomates deberían estar fuera de la nevera, a menos que estén demasiado maduros. La explicación de todo esto se debe a que los tomates son frutos climatéricos que requieren oxígeno para madurar y desarrollar su sabor y aroma.
Si los refrigeramos, interrumpiremos este proceso por el que pasan. Por eso, será mejor almacenarlos en algún recipiente a temperatura ambiente, eso sí, que no les de la luz del sol. Para prolongar su frescura, podemos cubrir el rabillo con celo.
Esta parte del tomate es bastante sensible, ya que es por donde entra el oxígeno y pierde humedad. Al ponerle este cacho de celo, haremos que se degrade más lentamente, lo que hará que aguanten hasta dos semanas. Sin embargo, es importante lavar los tomates antes de usarlos para eliminar cualquier residuo de adhesivo.
Otra manera es almacenar los tomates con el rabillo hacia abajo y sin apilarlos unos encima de otros. Así, podremos evitar que se estropeen y reducir el desperdicio de alimentos.