Ojo, algunas son peligrosas
Advertencia: todas las comidas de las que vamos a hablar en este post son completamente legales... peeeero muchas de ellas tienen un efecto secundario: el de proporcionarnos un leve colocón cuando las consumimos en determinadas cantidades. Del queso Stilton al pan de centeno.
Un clásico de nuestra adolescencia es el hippy trasnochado que te asaltaba en un bar ofreciéndote su recién horneado pastel de marihuana. Vale, yo nunca lo probé, pero sí que tengo amigos que lo pasaron mal después de ingerirlo. No por la cantidad de marihuana que podía contener, sino porque eran pasteles de mala calidad, cocinados de cualquier manera y que causaban un "mal viaje" a nuestro estómago. Sin recurrir al "bizcocho porreta", sí que hay comidas que pueden darnos un poquito de 'subiduki' cuando las probamos.
Queso stilton. Los aficionados al queso habrán oído mil veces esta historia contada a la luz de una chimenea. La de cómo ingerir queso Stilton provoca que la mente vuele, sobre todo si lo hacemos antes de irnos a la cama. Numerosas personas han hablado de sueños extrañísimos tras haber cenado este peculiar queo inglés.
Café. La cafeína activa nuestro cerebro y alarga nuestro rendimiento físico, como todos sabemos ya. Si nos tomamos más de cuatro o cinco cafés al día, podemos acabar con los ojos como platos comiendo techo o con el baile de San Vito.
Azúcar. "Guauuuu, cómo te quiero tío...." "Un momento, ¿qué te has tomado?" "Nada, tío. Solo una barrita de chocolate, un batido de fresa con extra de azúcar y luego me he comido una bolsa de nubes". Bienvenido al estado de felicidad total provocado con el abuso de azúcar.
Pan de centeno. Ojo con el pan de centeno. Cuando está en perfectas condiciones, lo podemos comer sin problema y, de hecho, se estñá convirtiendo en una alternativa al de trigo abrazada por cada vez más personas. El problema reside en aquellas ocasiones en las que está infectado por el hongo cornezuelo. Comerlo en ese caso es peligroso, podemos tener desde alucinaciones a una intoxicación alimentaria.
Salema. Sí, amigos, aquí está una especie de pez que, al tomarla, nos puede hacer alucinar de modo que veamos el mágico reino de La Sirenita con cangrejos cantando y todo. Suele hallarse en aguas mediterráneas y ya los romanos lo tomaban. Ellos lo llamaban "el pez de los sueños". No está claro qué es lo que provoca las alucinaciones.
Moras verdes. Si hay gente que ya no puede no comer moras porque se le desencaja el estómago, imagínate lo que es tomarlas verdes. Pero verder, verdes. Además de un cebollón considerable, la experiencia puede acabar en vómitos, naúseas y demás experiencias malrolleras que, ojo, desaconsejamos probar.
Cacao y chocolate. Al igual que el azúcar, el cacao y sus derivados van directamente al centro del placer para producir serotonina como si no hubiera mañana. ¿O acaso alguien conoce algún caso de mal humor después de haber comido chocolate? Pues eso.
Semillas de amapola. Teniendo en cuenta que la morfina se deriva de las amapolas, ¿es posible que comer semillas de amapola pueda colocarnos? La respuesta es que sí, aunque habría que comer muchas, muchas, MUCHAS. En el caso de panes con semilla de amapolas, habría que tomar tres hogazas enteras. Y de una sola tacada.
Nueces de areca. En el sudeste asiático y en el pacífico, muchos mascan nueces de areca, un árbol parecido a la palmera. Lo cierto es que lo hacen porque les proporciona un subidón de energía, debido a las sustancias psicoactivas que contiene, en la misma línea que el alcohol y el tabaco. Lo malo es que es cancerígeno, tal y como ha tipificado la OMS.
Nuez moscada. La aparentemente inofensiva nuez moscada tiene ese mismo principio psicoactivo capaz de colocar a cualquiera: la miristicina. Eso sí, es peligrosa así que lo más inteligente es mantenerla en la cocina. No vaya a ser que nos intoxiquemos sin darnos cuenta.