CUANDO LA OBSESIÓN POR COMER BIEN SE CONVIERTE EN PATOLOGÍA

Diez claves para saber si tienes ortorexia

La ortorexia es un trastorno alimenticio prácticamente recién llegado, que nace de la obsesión por comer sano hasta límites patológicos. Y es que comer sano, orgánico, y evitar aquellos productos que dañan nuestra salud (y, por qué no, nuestra imagen) está bien, siempre que no nos obsesionemos con ello. Por tanto, ¿de qué hablamos exactamente cuando hablamos de ortorexia?

Comer sano está bien, pero ¿comer DEMASIADO sano?Cocinatis

Está ese colega tuyo para quien comer bien significa comprarse los cruasanes de chocolate en la panadería y no en el súper, y aquel otro que desayuna agua con limón en ayunas y huye estrictamente, en ocasiones hasta la obsesión, de fritos, gluten, lácteos, fertilizantes, conservantes, azúcares, carbohidratos, transgénicos, pesticidas, aditivos, grasas... aquel con quien un 80% de las conversaciones versan sobre las cosas del comer. O, mejor dicho, de las del no comer. Es probable que este último padezca ortorexia, un trastorno cada vez más común en los países occidentales y que, según la OMS, afecta a un 28% de la población. Aquí van algunas pistas para detectar si nosotros mismos (o aquel amigo 'new age') nos estamos pasando de la raya.

1- Para empezar, sentemos las bases de la ortorexia y despojémosla de ese halo de malditismo del cual le dotó Steve Bratman, el nutricionista que acuñó el término y cuyas afirmaciones han causado revuelo entre la comunidad científica. La ortorexia aparece cuando la obsesión por comer saludable afecta de forma escandalosa al resto de aspectos de nuestra vida y hasta límites realmente terribles, llegando incluso a causar en algunas personas graves carenacias nutricionales y (a veces Bratman se pone tremendo) incluso la muerte por inanición. Muchos científicos le acusan de crear alarma social y meter en el mismo saco a aquellos que padecen un trastorno obsesivo-compulsivo severo, que se manifiesta en la alimentación, con aquellas personas a quienes les gusta cuidarse. Esto último, aseguran muchos científicos, sólo puede ser positivo, y no conviene alarmar a aquellas personas concienciadas con el consumo saludable y responsable.

2- El ortoréxico suele presentar carencias nutricionales: anemia, déficits de vitaminas y minerales, etc., ya que suele eliminar algunos alimentos de su dieta pero no es capaz de sustituirlos por otros capaces de aportar los mismos nutrientes. No obstante, esto no siempre ocurre, ya que en ocasiones el ortoréxico no es más que alguien dedicido a comer sano que ha trascendido cierto límite entre lo que significa cuidarse y obsesionarse.

3- Suele controlar de forma estricta y exhaustiva absolutamente todos los alimentos que ingiere: composición, calorías, etc., tanto en su casa como en reuniones sociales y en salidas a restaurantes. Es muy probable que cuando sale a cenar se dedique a hacer un cuestionario exhaustivo al camarero sobre la composición de los platos, y muy probablemente que solicite modificaciones el cocina.

4- Se cree mejor. Dicen los expertos que estas personas manifiestan cierto complejo de superioridad por haber escogido un modo de alimentación (y de vida) diferente al resto, y que suelen sermonear a sus allegados sobre las desventajas de otros tipos de dieta.

5- Ha tenido un pasado difícil en relación a la alimentación. No nos engañemos: hablamos de ortorexia cuando la alimentación para a ser un trastorno obsesivo-compulsivo, y este tipo de comportamientos no suelen aparecer sin más, de un día para otro. Muchas personas que se obsesionan con la comida en la edad adulta fueron adolescentes que, tal vez, coquetearon con la anorexia y la bulimia, o personas que han tenido grandes oscilaciones de peso a lo largo de sus vidas. Ni que decir tiene que existe también una predisposición genética a padecer este tipo de trastornos.

6- Se siente culpable cuando come algo que supuestamente no es saludable. Muchos ortoréxicos evitan directamente situaciones en las que pueden verse obligados a ingerir alimentos que no entran dentro de lo que ellos consideran sano (lo que viene a ser cualquier cosa, ya que suelen evitar lácteos, gluten, azúcares y grasas, además de todo tipo de aditivos), y muchos otros consideran prácticamente un delito comer alimentos más que habituales para el común de los mortales, y se autocastigan y culpabilizan.

7- Considera que algunos alimentos son directamente el mal. Los lácteos son los nuevos enemigos, pero también las grasas saturadas, los aditivos de toda índole (es decir, cualquier alimento que no sea de producción biológica) y en ocasiones también carnes, pescados, azúcar, sal o gluten, entre otros.

8- No suele escuchar consejos médicos, ya que el ortoréxico suele estar convencido de que está en lo cierto escogiendo este tipo de alimentación. En líneas generales, desoirán a cualquier especialista que suscriba cualquier tipo de dieta diferente a la estrictamente saludable.

9- Pese a que pueda parecer lo contrario, el ortoréxico padece ansiedad con la comida, y suele comer compulsivamente (alimentos saludables, eso sí) en situaciones de estrés, ansiedad, nerviosismo o cambios emocionales. Una persona que no tiene problemas con la alimentación no suele presentar estas pautas de comportamiento.

10- El ortoréxico sólo es capaz de sentirse en paz consigo mismo cuando come de forma sana y natural. La alimentación parece ser para estas personas la fuente más importante de paz y estabilidad.