Aunque te apasione la enología, estos cacharros no tienen sentido
Hoy vamos con un museo de la absurdidad. La cultura del vino ha traído consigo un sinfín de productos que, digámoslo claro, no tienen ni pies ni cabeza. Esta es la lista de los diez 'gadgets' que NO necesitas para disfrutar de una botella.
El enfriador galáctico
Nah, ¿quién necesita el clásico cubo con hielo para mantener a buena temperatura un vino cuando puede tener este futurista cacharro encima de la encimera? El doble enfriador de vino de Kalorik funciona sin cables, tiene unas pantallitas led monísimas y te dice cuando la botella está a la temperatura óptima para ser consumida… en caso de que no lo sepas Cuesta unos 200 euros de nada y si además de aficionado al vino, tu única lectura conocida es Isaac Asimov y tu serie favorita es la versión ochentera de Galactica, necesitas este accesorio.
¡Aloha, enamorados del vino!
El collar para copa de vino es justamente lo que andabas buscando. Si eres la clásica persona hiperactiva a la que le gusta hacer millones de cosas mientras se toma una copa, este es tu accesorio. Kudos, la marca tras esta genial idea, probablemente no ha pensado ni en clientes con camisa blanca ni en aquellos aficionados a gesticular como locos mientras hablan. Ideal para los que buscan coger canapés con ambas manos cuando están en un cocktail. Nos llamaréis mentirosos, pero hemos estado en eventos en los que había gente utilizándolo.
Los "bicibotelleros"
Un diseñador canadiense es el cerebro tras este artilugio para llevar tu botella de vino en bici. Quizá en un loco universo 'hipster' fuera número 1 en ventas pero no aquí.
"Winebra"
Una idea genial para aquellas mujeres que se ven obligadas a acudir a espectáculos en los que, o bien no se sirve alcohol o bien alcanza un precio digno de sangre de unicornio. Con esta discreta solución, pueden meterse un lingotazo en cualquier momento. La reinvención sexy de la bota de vino de toda la vida. Un momento, ¿dijimos sexy…?
Cerveza o vino, ¿por qué escoger?
Ya no tenemos que escoger entre un Rioja o una caña. El Winestein, -que nombre tan apropiado, dado lo artificioso del cacharro-, diseñado por Fred Studio, es, básicamente, una copa de vino encerrada en una jarra de cerveza al más puro estilo Oktoberfest. El regalo perfecto para esos recién llegados al mundo del vino que aún no han aprendido a coger una copa con estilo. Se trata además de un gadget reversible. Es decir, si un día te has cansado de copitas de vino, puedes darte sin complejo alguno a la birra. Mientras lleve alcohol, lo que sea, ese podría ser el lema.
El decantador snob
Ah, el sorprendente y nunca bien ponderado mundo de los decantadores. Ni siquiera es necesario decantar la mayoría de los vinos, pero, ¿quién se resiste ante sus extravagantes formas? Alguien debió pensar que el territorio del vidrio era campo abierto para la experimentación y la innovación, entendidas ambas en sus formas más amplias. Si quieres quedar como un petulante de cuidado ante tus invitados, no tienes más que hacerte con este diseño de Etienne Meneau y ponerlo en el centro de la mesa cuando lleguen. No sabemos si oxigena el vino, pero sospechamos que poco importa al que decida hacerse con uno de estos. Por cierto, lavarlo debe ser un número. Igual que servir el vino.
Ocho, cuatro, dos...
Para los paranoicos que no desean que nadie beba de sus botellas más preciadas, llega la solución definitiva. Un tapón con combinación secreta, ideal para que nuestras amistades nos vean como un tacaño y un cutre. No obstante, nos parece un artilugio que, en ciertos ambientes, podría tener su utilidad. Estamos pensando en ese gorrón de la familia que cuando abres un gran reserva se rellena la copa varias veces en el rato en el que tú apenas has podido decir "salud". Lo que no nos parece bien es usarlo cuando quede un culín.
El alce alcohólico
Otro universo que se presta mucha a los diseños fantasiosos es el de los sujetabotellas. No, no era suficiente con una sencilla y elegante estructura de madera. Por eso, hemos visto prácticamente de todo, desde un Darth Vader sosteniendo un Rioja como si fuera una espada láser hasta un grupo de figuritas levantando la botella como si saliesen de procesión. Es poner "wine holder" en Google y asistir a un desfile de imágenes que te hacen querer arrancarte los ojos. Entre lo más demencial, este alce tumbado, a medio camino entre un personaje de Hannah Barbera y un ayudante sórdido de Papá Noel.
El abrebotellas más pijo del mundo
Rob Higgs es un inventor británico aficionado a esas maquinitas formadas por palancas, ruedas y poleas en las que con un pequeño gesto, se pone en marcha una reacción en cadena que acaba rompiendo una nuez o batiendo un huevo. Su abrebotellas sigue en la misma línea, ocupa lo que no está escrito y cuesta un riñón: 90.000 euros (en edición limitada, obviamente). Un caprichín de nada que se puede pedir para Reyes o para el cumpleaños. No es excesivamente rápido, pero si muy vistoso y, por si fuera poco, convertirá cualquier estancia de nuestra casa en un rincón digno de Doc, de 'Regreso al Futuro'.
El monete del vino
Un mono siempre hace gracia. Y un mono es muy sencillo de hacer. Con un viejo calcetín, se puede confeccionar un mono textil muy divertido. El clásico peluche 'monkey sock' vive un revival gracias a los innumerables talleres de punto que han abierto en los últimos años, porque no solo de cupcakes viven algunos y algunas. Esta versión es ideal para cubrir con él nuestro vino favorito y sorprender a las visitas. Quedaremos como unos chalados y quizá ninguno de ellos vuelva jamás a cenar a casa. Por graciosetes y por calentar más de la cuenta el vino.