PRESCRITA POR LA UNIVERSIDAD DE HARVARD
La dieta cetogénica ha estado vinculada durante años al tratamiento de la epilepsia resistente a los fármacos. Ahora, la universidad de Harvard la recomienda también para adelgazar en un artículo publicado en el Harvard Health Publications.
Esta dieta se popularizó en el año 2008 entre los enfermos de epilepsia, tras comprobarse en un estudio publicado en la revista The Lancet Neurology que reducía notablemente los ataques de epilepsia en niños resistentes a la medicación. Es una dieta altísima en grasas y proteínas, que reduce considerablemente el consumo de carbohidratos, y que ha resultado ser sumamente efectiva para los epilépticos.
En un reciente estudio publicado por la Harvard Health Publications, el doctor Marcelo Campos, profesor de la Escuela de Medicina de dicha universidad, recomienda también seguir esta dieta a todos aquellos que desean reducir su peso de forma rápida y eficaz. Pero no por ello, afirma Campos, saludable. En este sentido, el artículo incide en la necesidad de la educación alimentaria y de llevar una dieta rica en frutas y verduras, granos, aceite de oliva, legumbres y frutos secos, que ofrece una mayor garantía de longevidad y previene de forma efectiva contra los vaivenes de la báscula. Asegura, no obstante, que esta dieta es altamente efectiva para seguir en momentos puntuales, nunca durante largos periodos de tiempo, ya que garantiza una pérdida de peso más acelerada que otros métodos.
La explicación a la eficacia de este método de adelgazamiento que apuesta por el consumo principal de grasa y proteína, seguido, en menor medida, de frutas y verduras, y prácticamente residual de carbohidratos, se encuentra en un proceso llamado cetosis. Campos explica que la mayoría de células prefiere usar el azúcar en sangre, procedente de los carbohidratos, como principal fuente de energía del cuerpo. Si lo privamos de este azúcar se comienza a descomponer la grasa acumulada mediante la cetosis. De esta manera, se comienza a generar energía a través de este proceso hasta que se vuelven a consumir carbohidratos.
El estudio asegura que la pérdida de peso de los pacientes que siguen esta dieta es considerablemente superior que la de los que siguen las clásicas dietas bajas en grasas o la dieta mediterránea. Insiste, no obstante, en que es muy difícil de seguir y que, especialmente los primeros días, suele producir cansancio y malestar, incluso náuseas, vómitos o dolor de cabeza. Otra de las contrapartidas de la dieta citogenética, que apuesta por el consumo de carnes, huevos, embutidos, salchichas, mantequilla, queso y pescado, es que da lugar a un aumento de los niveles de colesterol en los pacientes, y que es muy fácil caer en el consumo de productos de mala calidad, carnes y embutidos excesivamente procesados.
En el artículo, Campos alerta además de los peligros de las dietas llamadas yoyó, que ocasionan la pérdida de peso muy rápida y la consiguiente recuperación a la misma velocidad, y argumenta que, a medio plazo, los resultados de quienes siguen la dieta citogenética son comparables a los de quienes siguen otras más saludables y que ocasionan una pérdida de peso más lenta pero también mucho más estable.