Por todo el mundo
En estos días en los que todos parece que quisiéramos viajar 30 años atrás en el tiempo, os traemos cuatro locales en los que todo está anclado en esa década de pelos cardados y hombreras.
Es un hecho: la nostalgia vende. Y la ochentera aún más. Desde que el siglo XXI asomó la patita estamos inmersos en un ejercicio de adorar por encima de todas las cosas la década del flúor, el tecno pop italiano y los peinados masculinos sin patillas. Por eso, no nos sorprende que haya locales por todo el mundo reverenciando esta década sin par. Aquí van cuatro ejemplos.
My Little pony café. Tokio. Desde que aparecieron en 1982, los ponys de colores pastel consiguieron una legión de fans que se rindieron a su encanto ochentero y a su, por qué no decirlo, noñez extrema. Recuperados hace unos años en animación digital, los ponys protagonizan ahora su propio café, ubicado en el barrio de Harajuku, en Tokio. Sándwiches, galletas y cafés decorados con estos amorosos equinos en un local que estará abierto únicamente hasta el 29 de noviembre. Es lo que tienen los sueños, que son efímeros.
Café 80’s. Praga. Esta discoteca ubicada en el centro de la capital de la República Checa propone un viaje a la década más colorida de la historia. Suelo para bailar de colores como si fuera el Simon, selección musical megaochentera y un menú para picar en el que destacan platos como la hamburguesa de Madonna (con bacon crujiente) o la de Guns’n’ Roses (con salsa de cebolla).
Paramount. Birmingham. Pero Birmingham de Estados Unidos, no el de Inglaterra. En la capital del estado sureño de Alabama existe este refugio para hipsters redomados. A saber, comida rápida pero bien hecha y una selección de cervezas locales y artesanas para volverse loco. Pero lo mejor sucede en la sala contigua al restaurante. Ahí nos esperan recreativas de los 80 que funcionan con monedas de 25 centavos. Está desde la mítica máquina de cuatro mandos de Los Simpson al pinball de Terminator 2. No me digáis que no mola.
Madrid me mata. Madrid. Este bar-museo ubicado en el barrio de Malasaña rinde homenaje a los 80 entendidos a la manera española. Ya sabéis: grupos musicales nuevaoleros, poca vergüenza estilística y bohemia cultural. No solo tienen una impresionante colección de pósters de la época, sino que organizan exposiciones de fotos como la que nos recuerda como era por dentro el mítico Rock-Ola.