UN BUEN COMPLEMENTO
La cúrcuma y su compuesto activo, la curcumina, tienen el potencial de ofrecer una variedad de beneficios para la salud, especialmente en la reducción de la inflamación. En este artículo te contamos cómo puedes incorporarla en tu dieta.
La cúrcuma, una especia colorida y aromática que ha sido parte integral de la cocina asiática durante siglos, ha ganado reconocimiento en occidente en los últimos años gracias a su potencial poder antiinflamatorio y otros beneficios para la salud.
Varios estudios científicos han demostrado que el ingrediente activo de la cúrcuma, la curcumina, tiene propiedades antiinflamatorias, antioxidantes y posiblemente incluso propiedades anticancerígenas, así lo explica en esta publicación el equipo del Hospital Clínic de Barcelona.
En este artículo, exploraremos cómo aprovechar al máximo el poder antiinflamatorio de la cúrcuma y cuál es la mejor manera de incorporarla en tu dieta.
La cúrcuma es una planta originaria del sudeste asiático y se ha utilizado en la medicina tradicional de la India durante miles de años. Su característico color amarillo proviene de la curcumina, un compuesto polifenólico que se encuentra en la raíz de la planta de cúrcuma. Como hemos dicho, la curcumina es conocida por sus propiedades antiinflamatorias, antioxidantes y antibacterianas.
Pero dentro de los muchos beneficios que nos puede aportar la ingesta de esta planta, uno de los más buscados es su capacidad de reducir la inflamación en el cuerpo. Esta propiedad la hace especialmente valiosa en la prevención y el tratamiento de enfermedades inflamatorias crónicas, como la artritis, la enfermedad de Crohn y la osteoartritis.
La cúrcuma puede aprovecharse de varias formas para obtener sus beneficios antiinflamatorios. Aquí hay algunas opciones: