ESTÁS A TIEMPO
Hacer un menú navideño sostenible no significa comer lechuga mustia ni renunciar al sabor. Aquí tienes unos consejos para que puedas comprar con cabeza y cocinar pensando en los comensales y en todo el planeta. No se trata de renunciar a nada, sino de saber dónde escoger.
Un menú navideño sostenible no es un menú triste, vegano obligatorio, caro o sin sabor. Es simplemente un menú inteligente, que respeta la temporada, evita excesos, prioriza la calidad y reduce el desperdicio. Es cocinar pensando no solo en lo que comes hoy, sino en el planeta que quieres que siga existiendo mañana. Y, oye, si además la comida está rica (que lo estará) pues ya es un éxito redondo. Porque la sostenibilidad, ya lo sabemos, no va de renuncias. Va de elegir mejor.
La primera regla es sencilla: compra lo que vayas a usar. Ni más, ni menos. La Navidad es el momento ideal para que nuestro frigorífico se convierta en un vertedero emocional lleno de sobras que "quizá congele", "quizá aproveche para otra receta", "quizá alguien se coma"… No. Sostenible es no tirar comida. Así que antes de lanzarte al supermercado a lo loco ten en cuenta:
Vamos con el tema estrella: el marisco. Es tradición, pero tampoco hace falta sacrificar el ecosistema completo porque "en mi casa siempre se ha comido langostino". Puedes seguir disfrutándolo… con cabeza. Mis recomendaciones son:
Y si tu cuñado protesta porque no hay gambón XXL importado… recuérdale que la sostenibilidad también es evitar dramas familiares.
Aquí viene la parte en la que la gente piensa que voy a decir "haz menú vegano". Y no. (Y sí, podrías, y sería aún más sostenible). Puedes hacer un menú de diez con proteína animal, pero elige con un mínimo de criterio. Opta por lo siguiente:
Importante: sostenibilidad también es cocinar con técnica, porque quemar una pieza de carne cara es destruir recursos naturales y también tus ganas de vivir.
No, las verduras no son el acompañamiento triste. En un menú sostenible, las verduras son protagonistas. Prueba ideas como:
Las verduras tienen menor impacto ambiental, llenan mucho y son más baratas. Además, añaden color y textura: tu mesa parecerá de revista de cocina escandinava, pero sin tener que hipotecarte. Otro día exploraremos el lujo de las legumbres, un día nos daremos cuenta.
Si en casa nadie toca el tronco de Navidad… deja de comprarlo. El postre también puede ser sostenible:
Y recuerda: las cantidades importan. No hace falta comprar seis variedades de turrón para tres personas. El mundo no necesita más tabletas abiertas mordisqueadas en enero.
El envoltorio también cuenta. Y aquí viene el momento "creatividad sostenible":
No basta con cocinar bien el día 24: gestionar las sobras es la otra mitad del trabajo.