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Cómo elegir vino 'like a pro' (sin tener ni idea)

En el súper, en el restaurante, guiándote por la etiqueta, por la D.O.... si sigues nuestros consejos, acabarás acertando con ese vino que te salvará la vida ante tu nueva novia, tu familia política o tu jefe.

En el supermercado, mira con vista.Pexels

Locurón: ¿Sabíais que solo en España existen más de QUINCE MIL MARCAS de vino? El sector está ultra atomizado. La oferta es inabarcable, por lo que entendemos que elegir un vino puede resultar harto frustrante si uno se enfrenta a la elección sin nociones previas.

Entonces… ¿cómo discriminar? ¿Por precio?; ¿origen?; ¿variedad?; ¿qué elija otro?... ¡Socorrooo! ¡No me sufras 'wine lover'! Olvida a Siri y al 'cuñao' que todo lo sabe, que aquí está el tito Rafa para dejarte algunas pistas extra y elegir el vino como un verdadero profesional. Vale, sin garantía absoluta de acierto pero con el consecuente vacile al personal, que mola mucho.

¿Empezamos?

En el súper dobla el lomo… ¡o estira el cuello! Porque en los lineales que quedan a la altura de los ojos se ubican los productos con mayor margen de beneficios y potencial de rotación, aunque eso no siempre sea sinónimo de calidad.

Por experiencia personal, puedo decir que he encontrado joyitas a ras de suelo a precios más que razonables (entre 4 y 6 euros). Pequeñas producciones de D.O. sin mucha representatividad 'mainstream' pero de calidad contrastada. Por supuesto, te la juegas, pero quien no arriesga no gana.

Por el contrario, al alzar el cuello nos encontramos con los vinos caros (entre 7 y 15 euros), que más que expuestos, están secuestrados en las alturas y a menudo protegidos con una suerte de plasticucho horrible con la alarma de rigor.

Pero lo admito. Ahí juegas sobre seguro en lo que a la calidad se refiere. Vinos correctos de bodegas reconocidas. Por poner un "pero",  Ribera del Duero y Rioja suponen más del 60% de estas referencias, hecho que dice poco de un país con multitud de D.O… Vamos, que no encontrarás al vino de tu vida, pero sí uno que te garantice cierto triunfo conformista.

La etiqueta: ¿en qué fijarse?

La botella es la primera toma de contacto visual con el vino. Parece una obviedad pero el mero continente ya nos puede dar cierta información. Aunque si me lo permitís, el tema botellil lo dejo para otra ocasión y paso a centrarme en la etiqueta, el DNI del vino.

Por ley debe aparecer la siguiente información: Denominación de origen, país de origen, grado alcohólico, número de lote (que asegura su trazabilidad), productor o embotellador y la presencia o no de sulfitos (el único conservante permitido que protege al vino de alteraciones biológicas).

Sin embargo, las variedades utilizadas, el método de vinificación, el año de cosecha, la nota de cata y la sugerencia de servicio y maridaje, se consideran información opcional,  aunque para servidor sea mucho más relevante que la regulada,  a ojos de un neófito.

Lo más 'in' y lo más 'out'

Saber qué se lleva te sitúa en la avanzadilla. Tu palabra cobrará valor y todos te mirarán cuando surja la eterna pregunta:

¿Quién elige el vino?

Pues tú. Sí, tú. Toma nota, esto es lo que se lleva. Aunque recuerda, "un gran poder conlleva una gran responsabilidad":

•    Los antiguos batidos de roble han muerto. Esos Riojas góticos y quijotescos que uno se imaginaba envejeciendo en lúgubres bodegas para satisfacción de señores más lúgubres si cabe han dejado paso a tempranillos y garnachas jóvenes en los que reina la carga de fruta, como el bigotón de antaño ha dejado paso al bigotillo 'hipster'... "Do the Evolution", que dirían Pearl Jam.

•    Arrasan los vinos accesibles, golosones, versátiles para copear, no muy caros para acompañar un menú o dar color a un after work.

•    Te marcarás un tanto extra si además son vinos certificados orgánicos, procedentes de “viñas felices” y todo ese verde blablablá.

•    Lo petarás si te arriesgas con los vinos naturales. Yo no lo haría, eso sí, quedarás de bien…

•    Empordá, Terra Alta, Montsant y Toro son solo algunos ejemplos de D.O. que están al alza. Recuérdalo, serán tus ases en la manga cuando la duda te asalte.

En el restaurante: Descifrando la carta

Si te han vendido la moto y has aceptado ir a cenar a un restaurante con estrella Michelin o "mandangas" similares que diría la lideresa,  hay algo que le debes exigir a este tipo de comederos: un riesling de Alsacia en carta. Si no es así, levántate y lárgate del garito no sin antes advertirles que deben cambiar de sumiller con urgencia. Ya veis, soy un tipo de impulsos.

Pasado el filtro talibán-alsaciano, analicemos la carta. Es lógico que se nos vaya la vista a la columna de la derecha. Pero ni lo más caro es lo mejor, ni lo más barato es imbebible.

Te aconsejo que busques en la columna de la izquierda una marca o denominación de origen conocida y la tomes como referencia. De este modo te podrás hacer una idea del resto de vinos similares y hacer tu elección por mera eliminación.

Pero mi consejo si quieres acertar sí o sí, es de sentido común. Que no te avergüence pedir ayuda al sumiller. Debería saber orientarte sobre qué vino pedir, atendiendo a tus gustos personales y a la parte gastronómica.