MANTÉN LA LÍNEA COMO SI COMIESES EN CASA
Ha llegado el momento de volver a la rutina. Y si en tu día a día acostumbras a comer fuera de casa, entonces sabrás que conservar la línea es todo un reto. Porque entre platos precocinados con exceso de sal, cocciones con más grasa de lo recomendado, salsas a tutiplén, menús pocos dado a favorecer el equilibro del tránsito intestinal en los establecimientos de restauración no nos lo ponen fácil. Pero aquí te dejamos una serie de consejos para que las comidas de negocio y los menús de cada día no te pasen factura en la balanza.
Regla 1: No te dejes guía por tus antojos.
Sí, lo sabemos. Las croquetas, pollos rebozados y patatas fritas siempre apetecen cuando llega la hora de la comida y nos aprieta el hambre. Eso se llama gula. Para evitar caer en la tentación, lo primero es saber decir que no a las opciones de platos fritos y con más grasa aunque te los pida el cuerpo. Para sobrellevar mejor eso, no te saltes el tentempié de media mañana y come una pieza de fruta o un bocadillo de jamón. Te permitirá estar saciado hasta el mediodía y dejarte guiar por la consciencia en vez de por el estómago. Tan sencillo como eso.
Regla 2: Elegir bien el local donde comer
Siempre que te sea posible, escoge restaurantes que sabes que tienen una carta corta de platos (así tendrás menos tentaciones) elaborados de forma casera (así las recetas no están tan saturadas de grasas, sal y conservantes) y con productos de temporada. Eso incrementa la posibilidad de comer productos de calidad preparados al momento, no de forma industrial. También recuerda que cada vez hay más establecimientos cuya oferta se basa en recetas a base de vegetales y con enfoque ‘healthy’, donde podrás cuidar más tu alimentación.
Regla 3: Bye bye snacks
Una vez sentadito en la mesa, ni se te ocurra mirar y menos darle a las patatas chips, aperitivos salados, cacahuetes, olivas e incluso al pan. No te van a llenar y además te incrementarán la sensación de sed y tenderás a pedir más refrescos. Por otra parte, representan mucha grasa y calorías al inicio de la comida y se comen con gula, de forma compulsiva, es decir en exceso. Lo mejor que puedes hacer al sentarte es respirar hondo y beberte un gran vaso de agua que te saciará y ocupará antes de que llegue el primer plato.
Regla 4: Por qué plato decantarnos?
Cuidarse sí, pero tampoco hay que pasar hambre. Porque si no te sacias en la comida, corres el riesgo de picar para paliar el hambre por la tarde. Entonces, ¿qué elegir? Escogeremos platos que combinan a a la vez proteínas (cerne, huevo o pescado), verduras crudas o cocidas y féculas (quinoa, pasta, sémola, o arroz), aconsejan los expertos en nutrición. Entonces, solo habrá que racionalizar las cantidades y su cocción (plancha, hervido o al vapor). Evitar, en cambio, los rebozados, fritos, salteados y platos con salsas. ¿Qué hay de las ensaladas? Recordad que una ensalada es ensalada. Una verdura verde, en definitiva. Si nos decantamos por esta opción por ser supuestamente ‘light’, conservemos su esencia y no le añadamos aceites, condimentos, salsas, ni tampoco la comamos con exceso de pan. En cambio, si no queréis pasar hambre, decantaos por ensaladas con proteínas, verduras o legumbres. También evitad añadir sal en exceso, que favorece la retención de líquidos.
Eso sí, no os olvidéis que las privaciones no son buenas, así que algún día os podéis dar el gusto de comer un plato más contundente o un postre. Masticadlo con tiempo, disfrutando de su sabor, para prolongar la sensación de felicidad y de saciedad.
Regla 5: Las bebidas, sin alcohol
En cuanto a bebidas, olvidaos de forma cotidiana de los cócteles, sodas con azúcar, zumos y espirituosos. Decantaos siempre por el agua sin gas. Y de vez en cuando, un capricho: una copa de vino. Si van dos, que sea del mismo tipo (tinto, blanco o rosado).
Regla 6: No siempre hay que acabar el plato
Gran error, en el restaurante casi siempre tendemos a querer acabarnos el plato, aunque las raciones son a menudo demasiado generosas. Y es básico no comer sin hambre, porque entonces nos iremos con una sensación de malestar y pesadez. Si queréis evitar el desperdicio, avisad al camarero de que no tenéis mucha hambre para que no se pasen en cocina con cantidades que no podréis acabaros.
Regla 7: A la hora de los postres, no se nos puede ir de las manos
Habéis hecho un esfuerzo durante toda la comida, ¿por qué echarlo todo a perder con un coulant de chocolate? Aunque de vez en cuando nos podemos permitir algún que otro capricho (optar por un cuadradito de chocolate negro, a poder ser), es fundamental escoger a diario postres saludables a base, por ejemplo, de fruta fresca sin azúcar añadido o quesos frescos.