CLASE DE PROTOCOLO
Espectadores pro y anti palomitas parecen irreconciliables y, sin embargo, con algunos trucos de etiqueta palomitera, ambas especies pueden cohabitar sin llegar a las manos. Te enseñamos cómo no hacer ruiditos molestos zampando maíz tostado y dejar así en paz a tus compis cinéfilos.
A todos nos ha pasado. Estás cómodamente aposentado en la butaca del cine, absorto en la película, cuando en uno de los momentos álgidos empiezas a escuchar un molesto rumiar que llega de un punto impreciso de la sala. Y maldices al interfecto para tus adentros -o con un exasperado ¡¡¡sssshhhhhhhh!!!-.
Pero seguro que también has estado al otro lado, con un cartón de palomitas entre las manos, notando cómo van perdiendo calor irremediablemente e intentando zamparte la mayor cantidad posible antes de que se vuelvan gomosas.
Espectadores pro y anti palomitas. Parecen irreconciliables, y, sin embargo, con algunos trucos de etiqueta palomitera, ambas especies pueden cohabitar sin llegar a las manos.
Llega pronto a la sala
No conozco a nadie capaz de resistirte al crujido adictivo del maíz tostado. Será la mantequilla o el glutamato monosódico, el caso es que a la que pruebas una palomita, estás condenado a seguir llevándote otra y otra a la boca hasta ver el "The End" en el fondo de la caja. Así que llegar con cierta antelación a la sala te dejará más margen para ruminar las palomitas y así hacer menos ruido una vez haya empezado la película.
Controla esa dentadura
Existen tres grandes modalidades de degustación silenciosa de las palomitas. La primera apuesta por ir comiendo cada palomita con pequeños mordiscos de los dientes delanteros. La segunda exige un control absoluto de los músculos de la mandíbula, para ser capaz de masticar parsimoniosamente con los molares. La tercera es, sin duda, la que más adeptos tiene. Consiste en “ablandar o “empapar” la palomita con saliva dentro de la boca antes de poder hincarle el diente. Huelga decir que en todas ellas, masticar con la boca cerrada es fundamental.
Surfea la ola de la banda sonora
Al margen de la técnica masticatoria que utilices, recuerda que todos somos nosotros y nuestras circunstancias. Aprovecha las subidas y bajadas de la música de fondo. ¿Que empieza una batalla y con ella una música trepidante? Pues a masticar a dos carrillos. ¿Qué entran los violines y una tensión sutil empieza a escalar? Quieto parado. O, lo que viene siendo: a la hora de comer palomitas, Enio Morricone, sí; John Williams, no.
¿Y por qué comemos palomitas en el cine?
Las palomitas no siempre han estado ahí. Las primeras salas de cine intentaban recrear el ambiente lujoso de los teatros y no estaba permitido comer en ellas. El inicio del cine sonoro, en 1927, empezó a hacer este entretenimiento accesible para todo el mundo –hasta entonces, estaba prácticamente vetado a aquellos que no podían leer los subtítulos-. Los vendedores ambulantes empezaron a hacer el agosto, hasta que los cines se dieron cuenta de que podían vender ellos mismos las palomitas, con un margen de beneficio considerable.