¿ODIAS EL DEPORTE? ESTE ES TU POST
Si incluyes este sencillo hábito en tu día a día... ¡ya verás como adelgazas!
Quieres adelgazar pero odias las dietas demasiado restrictivas y el deporte. Lo sabemos, es un drama. Pero puedes montarte una dieta con varias comidas al día y empezar a caminar a diario para notar cómo pierdes peso y ganas masa muscular con rapidez. ¿Cómo hacerlo? Sigue nuestros consejos.
El verano ya está a la vuelta de la esquina. Bikinis y bañadores ojean desde todos los escaparates, y tú has acumulado algunos kilos que te hacen temer el momento de ir a la playa, pero odias el deporte, y preferirías hacer lo que sea, ¡lo que sea!, antes de encerrarte en un gimnasio. ¿Hemos acertado? Si es que sí, hoy te alegramos el día.
Para adelgazar no es necesario montarte en una máquina y correr hasta reventar: con un paseo, y algunos trucos, conseguirás bajar de peso. Estamos tan acostumbrados al coche, la moto, el metro, el bus, que nos olvidamos que tenemos pies. Caminar es una actividad física que pone en movimiento todos los músculos de nuestro cuerpo, es divertido y… ¡gratis!
Pero cuidado, no basta con echarse a caminar sin ton ni son, sin orden ni concierto, y comiendo lo mismo que antes: debes mantener una dieta saludable y mediterránea, con gran presencia de vegetales, con cinco comidas al día, un desayuno abundante, una cena ligera y un consumo moderado (pero no nulo, pues vas a necesitarlos para caminar) de hidratos de carbono. Antes de empezar a surcar caminos es importante, también, que tengas presente una máxima fundamental si quieres perder peso: no bebas más que agua e infusiones. También puedes permitirte el café y la leche desnatada, pero huye del resto. Y cuando decimos el resto, decimos el resto: nada de vinos, coctelería, refrescos azucarados... ¡ni zumos! La fruta siempre mejor entera, de hecho puedes llevarte un plátano a las caminatas, pues seguro que el cuerpo te pedirá potasio.
Al principio te costará un poco, pero no hay prisa. Empieza bajando una parada antes y ve a casa caminando. Si vas a buscar el pan, no cojas el bus. Sube por las escaleras del metro y evita los ascensores. Si vives en un sexto, empieza por bajarte en la quinta planta y ve subiendo. En tan solo un par de semanas, estarás listo para bajarte en la tercera y en un mes subirás hasta tu casa sin esfuerzo.
Si trabajas a pocas paradas de bus de tu casa, comprueba la ruta en google maps. A veces, el trayecto en bus es más o menos igual de largo que el trayecto andando. Una solución óptima es ir en bus y volver andando. Al cabo de unos días, empezarás a notar los beneficios: te cansarás menos, recuperarás el aliento más rápido, tu paso se acelerará, te sentirás menos hinchado y dormirás mejor. Además, ir (o volver) del trabajo andando te ayudará a despejar la mente. Si caminas a la ida, tendrás tiempo de despertarte y planear tu día con calma. Si caminas para volver a casa, paso a paso dejarás atrás tus problemas, te desahogarás y una vez hayas llegado estarás listo para relajarte y disfrutar.
Es importante que adecúes los horarios de comidas a tus nuevos hábitos. Para ello, recomendamos que intentes comer prácticamente después de caminar, sin dejar pasar mucho rato: tu metabolismo estará a tope y quemarás más fácilmente lo que comas. De hecho, lo que acabamos de contarte no sirve de mucho si cuando llegas a casa metes la cabeza dentro de la nevera y arrasas con lo que encuentras. O peor, crees que tienes carta blanca para darle al helado. Sobre todo en los primeros días, intenta consumir alimentos ricos en potasio, como los plátanos o los tomates, y acuérdate de beber mucho. Aunque no vayas a un ritmo muy rápido, perderás sales minerales y deberás reponerlas.
Esto te animará a ir un pasito más allá. Aparte de tus pequeñas caminatas diarias para ir al trabajo, a comprar el pan o a recoger a los niños del cole, poco a poco te sentirás listo para enfundarte en unas zapatillas cómodas y salir expresamente para caminar. Empezarás con paseos por el parque o la playa, que cada vez se te harán más cortos porque te sentirás con más fuerzas y resistencia. A medida que tus paseos sean más largos, debes acordarte de reponer fuerzas tanto antes como durante la caminata. Insistimos en antes: de nada sirve que te pongas las botas tras caminar, cuando tendrás mucha hambre y te comerás hasta un cochinillo entero si te lo ponen. Deberías comer antes de caminar un ágape ligero y rico en hidratos de carbono. Avena, cereales, pan integral, pasta, arroz... serán buenos aliados de este hábito.
A estas alturas, los cambios en tu cuerpo serán visibles: habrás bajado seguramente un par de kilos, tu tono muscular habrá mejorado y sentirás más ganas de cuidarte. ¿Por qué? Porque caminar, aunque no lo parezca, es un deporte de baja intensidad. Como todos los deportes, libera endorfinas, las sustancias responsables del buen humor. Caminar ya no será un esfuerzo para ti, y el día que por cualquier razón no puedas hacerlo, lo echarás de menos. Será el comienzo de tus cambios de hábitos, porque te interesarás más en lo que comes, en tu estilo de vida, y, lo que es igual de importante, sentirás que estás dedicándote tiempo a ti mismo y te preguntarás cómo lo hacías antes de empezar. Será un giro radical en tu salud, y como todo en la vida, lo difícil es dar el primer paso, nunca mejor dicho.