Un estudio de Yale así lo dice
Sustituir las bebidas azucaradas por las que llevan endulzantes artificiales puede poner patas arriba nuestro cuerpo. Lo dice la ciencia.
Desde la invención de las bebidas 'light', los fanáticos de los refrescos se han abrazado a ellas como si fueran el nuevo maná. La idea de tomar algo similar al original sin que haya calorías de por medio era demasiado atrayente como para no triunfar. Desde los 80 a esta parte, no ha habido bebida refrescante que no haya optado por dejar de lado el azúcar y sustituirlo por stevia o por otros endulzantes, algunos de ellos artificiales.
Sin embargo, Dana Small, profesora de psiquiatría de la Facultad de Medicina de la Universidad de Yale, acaba de publicar junto a su equipo un artículo en la revista Current Biology que, uh-oh, refleja que no es tan sencillo engañar a nuestro cerebro. "Una caloría no es una caloría", ha soltado Small, para empezar a desmontar una creencia que todos tenemos en la cabeza: la de que, a un mayor número de calorías, se desencadena una mayor respuesta metabólica y cerebral. "Las calorías son solo la mitad de la ecuación. La percepción del gusto dulce es la otra mitad". Silencio en la sala.
Lo que Small trata de explicar es que nuestro cerebro evolucionó con el tiempo para detectar las fuentes de energía disponibles en la naturaleza y, dijo: "Hummm, si esto es dulce, tiene calorías". Lo que hacen las bebidas con edulcorantes es "engañar" a nuestro cerebro y poner patas arriba nuestro metabolismo. Notamos que son dulces, pero, en realidad, no tienen calorías, con lo que el cerebro da al cuerpo la orden de no activar el metabolismo para quemar grasa. Para este estudio, Small y su equipo escanearon el cerebro de 15 personas cuando bebían bebidas dietéticas y las compararon con bebidas regulares. También controlaron la cantidad de energía quemada por el cuerpo. En el caso de las bebidas 'light', el metabolismo no se activó de manera normal.
Esto produciría situaciones, explica Small, en las que, por ejemplo, estaríamos comiendo un plato de pasta acompañado por una bebida 'light' y nuestro metabolismo se ralentizaría debido a los edulcorantes presentes en la bebida. Una faena, claro, porque estaría afectando también a los hidratos de carbono de la comida y, por tanto, haciéndonos engordar al interferir con su metabolización. "Cuando el sabor dulce y las calorías no se corresponden, menos energía se metaboliza y se envían al cerebro señales más débiles o inexactas. Cualquiera de estos efectos puede afectar la salud metabólica", remata Small.
Otros científicos se han mostrado escépticos ante este hallazgo y han recordado que sí que existen vínculos demostrables entre el consumo de bebidas con azúcar y un mayor riesgo de padecer diabetes. ¿Son los refrescos 'light' un mal menor o el elemento que puede acabar destrozando nuestro metabolismo definitivamente? Sin duda, hacen falta más estudios para ver por dónde van los tiros...