TIENEN NUMEROSAS PROPIEDADES Y ESTÁN DELICIOSOS
Tofu, avena, seitán, chía, algas... No es necesario incorporarlos todos y convertirte de la noche a la mañana en un 'new age' ensimismado, pero ir erradicando los malos hábitos alimentarios es una carrera de fondo, que puede comenzar, por qué no, por aficionarte a algunos de estos alimentos.
Tofu. Le llaman "la carne de los vegetarianos" por su alto contenido el proteínas. El tofu es una especie de queso fresco que se elabora a partir de la soja y que, además de contener numerosos nutrientes, es bajo en calorías. Es un alimento, por tanto, muy recomendable para todo tipo de dietas, perfecto para todos aquellos carnívoros de pro que desean reducir el consumo de proteína animal. La principal ventaja del tofu es la misma que su principal inconveniente: tiene un gusto neutro (algunos dirán que es insípido), lo que provoca el rechazo de algunos y fomenta la creatividad de otros, que lo combinan con los más variopintos ingredientes sin temor a equivocarse. En ensaladas, en guisos con verduras, rebozado e incluso el croquetas, hay mil maneras de cocinar el tofu y nuestra salud, sin duda, nos lo va a agradecer.
Avena. Si un cereal ha adquirido el rango de "superalimento", ése es la avena. Medio Hollywood la consume en sus dietas detox y en forma de productos de belleza que sirven tanto como para la piel como para el cabello y el cuerpo. Puedes consumirla tanto en copos de desayuno (o con yogur y frutas frescas como una cena sencilla y apañada) como en forma de bebida vegetal, una opción excelente si eres de los que toleran mal los productos derivados de la leche de vaca. Tiene muchas vitaminas, proteínas y hierro, además de carbohidratos de absorción lenta y los maravillosos ácidos grasos omega 6, que nuestro organismo no fabrica por sí solo y hay que ir a buscar a través de la dieta.
Chía. Fibra, antioxidantes, calcio, ácidos grasos omega 3, hierro y numerosos nutrientes más es lo que nos vamos a encontrar en una cucharadita de semillas de chía. La chía es otro "superalimento" que recomiendan gran cantidad de nutricionistas y que, al tener un sabor suave similar al de la nuez, no altera el sabor de ningún plato al que se añada (salsas, vinagretas, repostería, sopas, yogures, cereales...). Es ideal, por ejemplo, para comer a media mañana, como tentempié. Y es que la chía lo tiene todo: tiene más hierro que las espinacas, más potasio que un plátano, más fibra que la avena y más calcio que la leche. Si eres de esas personas que se olvidan de comer a causa del devenir frenético de los días, una cucharada de chía entre bolsa de chips y pizza precocinada tal vez servirá para paliar el desastre.
Algas. Tal vez al principio nos cueste conectar con su sabor, pero en cuanto nos acostumbremos a la suntuosidad de las algas y constatemos lo bien que nos sientan se van a convertir en un básico de nuestra dieta. De hecho, las algas triunfan en los últimos tiempos y lo hacen gracias, en gran parte, al boca-oreja. Tienen una barbaridad de vitaminas, muchísimo más calcio que la leche (atención, pues, las mujeres de mediana edad: las algas son las mejores amigas de nuestros huesos, y más si no amamos la leche), son sabrosas y absolutamente versátiles. Hay diferentes tipos de algas, que pueden consumirse de las más diversas maneras: en sopas, ensaladas, salteadas con pasta o cuscús, en sushi... Aunque las relacionamos con la cocina asiática (a causa, tal vez, de la popular alga wakame tan típica de la cocina japonesa), algunas de las algas marinas más sabrosas se producen en Europa: musgo de Irlanda, carragenina, alga dulce...
Seitán. Decíamos del tofu que es "la carne de los vegetarianos", aunque esta definición podríamos adjudicarla también al seitán, y probablemente con más acierto. Porque el tofu, pese a su gran cantidad de proteínas, tiene el aspecto de un queso fresco, mientras que el seitán, igualmente rico en proteínas, parece, efectivamente, un trozo de carne. El seitán se elabora a partir del gluten de la harina de trigo, cosa que lo convierte en un alimento rico en proteínas, y puede adquirirse en cualquier tienda de productos ecológicos. Hay quien lo consume rebozado, y constituye un segundo plato estupendo para sustituir la carne. Suele gustar mucho a los niños pequeños, para quienes comerse un trozo de seitán rebozado es prácticamente igual que meterse entre pecho y espalda un trozo de lomo.