QUÉ ES Y PARA QUÉ SIRVE
Quizá lo hayáis visto en el pasillo de cosmética y ahora resulta que lo podemos encontrar al lado de otros aceites: el aceite de algas. ¿Pero de verdad este aceite es tan maravilloso como nos lo quieren pintar?
Como siempre, cuidado con las modas, las exageraciones y con haber encontrado (otra vez) el "santo grial" en cuanto a productos de alimentación. Vamos a desgranar con calma y, como siempre, con la verdad por delante, todo lo que debes saber sobre el aceite de algas.
Se trata de un aceite que se extrae de microalgas generalmente del género Schizochytrium (incluso hay debate con que esto se pueda considerar microalga). Tienen un alto contenido en ácidos grasos, especialmente en DHA (ácido docosahexaenoico), que es un tipo de omega-3. Y aquí viene el gancho que ha capturado la atención de muchos: el omega-3 es un ácido graso esencial que juega un papel importante en la salud cardiovascular, cerebral y ocular.
La fuente más común de omega-3 en la dieta tradicional ha sido el pescado, pero claro, con la creciente preocupación por el medio ambiente, la sobrepesca y la contaminación marina, las algas se presentan como una alternativa más sostenible y "verde". Para qué queremos más.
Ya sabemos cómo funciona la industria: cuando algo nuevo aparece, el márqueting se lanza a vendernos ese producto como si fuera capaz de curar hasta el mal de amores. Y es aquí donde tenemos que empezar a poner los pies en el suelo.
Es cierto que el aceite de algas tiene beneficios. Como mencionaba antes, es una excelente fuente de omega-3, en particular de DHA, que puede ayudar a mantener la salud del corazón, reducir los niveles de triglicéridos y mejorar la función cerebral. Además, para aquellos que llevan una dieta vegana o vegetariana, representa una buena alternativa al aceite de pescado, que es la fuente habitual de estos ácidos grasos.
Otra ventaja que se le atribuye es que no conlleva el riesgo de los metales pesados (como el mercurio) que a veces se encuentran en el pescado. Las microalgas se cultivan en ambientes controlados, lo que asegura un producto limpio y, en teoría, más seguro. Pero no olvidemos que el pescado que llega a nuestra mesa también es seguro.
Hasta aquí, todo en orden, ahora vamos a la parte interesante: las promesas que no cumplen.
No, el aceite de algas no es curativo.
Aunque el márqueting intente colarlo como la panacea de la salud, el aceite de algas no es un producto milagroso. No te va a curar de ninguna enfermedad, y si ya tienes un problema cardiovascular, tomar aceite de algas no va a resolverlo por sí solo. Los beneficios del omega-3 son preventivos y forman parte de una dieta equilibrada y un estilo de vida saludable. Pensar que con añadir una cucharada de aceite de algas a tu día a día vas a eliminar cualquier riesgo de enfermedad es, simplemente, ingenuo.
Además, la mayoría de las investigaciones sobre el omega-3 y su efecto en la salud se han hecho con aceite de pescado, no con aceite de algas, por lo que, aunque los ácidos grasos sean similares, no podemos asegurar que los efectos sean exactamente iguales. De hecho, la mayoría de los estudios en los que se incluye omega-3 exógeno (en comprimidos) han mostrado falta de evidencia. La ciencia es rigurosa y se empeña en no decirnos lo que queremos oír.
Aquí viene la pregunta del millón. Si ya tenemos aceite de oliva, que es uno de los pilares de la dieta mediterránea, ¿realmente necesitamos lanzarnos a comprar aceite de algas? La respuesta es sencilla: no. El aceite de oliva virgen extra es un producto maravilloso, cargado de antioxidantes, vitamina E y grasas monoinsaturadas que son excelentes para la salud cardiovascular. Es un aceite que llevamos utilizando siglos y que ha sido ampliamente estudiado y avalado por la ciencia.
El omega-3 es importante, sin duda, pero no hace falta volverse locos buscando una fuente extraña o exótica. Si llevas una dieta equilibrada que incluye pescado azul (como el salmón, las sardinas o el atún), frutos secos y semillas (como las nueces), ya estás cubriendo tu cuota de omega-3 sin tener que buscar aceites nuevos.
Es fácil caer en la trampa de pensar que lo último que aparece en el mercado es lo mejor, pero la realidad es que la alimentación no necesita ser complicada ni llena de productos raros o difíciles de conseguir. La dieta mediterránea, con su aceite de oliva, su pescado, sus frutas y verduras, es un tesoro nutricional que no debemos subestimar. No hace falta buscar en el fondo del océano o en laboratorios ultramodernos para encontrar la salud.
El aceite de algas es un buen producto, tiene su lugar y sus beneficios, sobre todo para quienes no consumen pescado. Pero, como con todo, no es un milagro. Si ya tienes en casa aceite de oliva, no te obsesiones buscando alternativas. La clave, como siempre, está en los buenos hábitos de salud (alimentación, ejercicio, descanso…). Todo lo que nos quieran vender: patrañas.
Ya tienes la información, en tu mano está la decisión.