Col fermentada coreana

"Abuela, ¿te hace un plato de kimchi?" "¿Kimquéeeee?, hijo, se te va la olla"

La col fermentada coreana es un plato sabroso y sano, pero que puede resultar peculiar para nuestros paladares occidentales. Piérdele el miedo, porque no es para tanto.

El kimchi es el plato nacional coreanoWikipedia

¿Qué creéis que os diría vuestra abuela si llegáis y le decís: “Abuela, he comido kimchi”? Probablemente pensaría que os habéis vuelto locos, majaras o que simplemente os ha poseído el espíritu de una cabra loca. En mi caso el dialogo podría ser perfectamente de este modo:

-       Hola tata (es lo que tiene llamarla así desde peque).

-       Hola, ¿qué tal estás?

-       Bien, muy contento. Ya sabes lo que me gusta probar cosas nuevas y ayer comí kimchi.

-       Pero hijo, ¿qué dices?, ¿que has comido un kiwi? Estás tonto, eso no es nuevo.

-       No, kiwi no, KIM-CHI, tata.

-       ¿Y eso qué es? ¿Algo de esas cosas de fuera que comes, como el “sisu” o el “susi” ese que haces?

Después de contar hasta diez, decides intentar explicar a tu abuela qué es el kimchi, aunque sospechas que ni a ella le va a importar mucho, ni desde luego se va a enterar de lo que es. Aunque tal vez, haya algún atisbo de esperanza…

Abuela, el kimchi es coreano

“¿Coreano? Hijo, ya estás con tus cosas otra vez…” Pues sí, el kimchi viene de Corea, un país cuya gastronomía nos es muy desconocida, o al menos no es tan popular como la china o japonesa. De hecho, este peculiar plato es una de sus elaboraciones más básicas y lo consumen habitualmente.

Si algo deberíamos destacar de la cocina coreana es que es una “cocina de la salud”. “Hijo, toda la cocina es salud… estos coreanos no han inventado nada”. Tal vez tengas razón abuela, pero creo que en nuestra cultura hemos olvidado lo que es orientar la alimentación a comer bien. Además, la cocina coreana, como otras de la zona, no es solo “sana”. Es más una filosofía del significado de los alimentos y de sus elaboraciones, que cocinar de forma adecuada para no engordar.

Por ejemplo, el kimchi, desde este punto de vista de entender la cocina enfocada a la salud, es una elaboración destinada a fortalecer las defensas del cuerpo. Además tiene propiedades antioxidantes y ayuda a eliminar el colesterol. “¿Colesterol? De eso tenía mucho vuestro padre, no se cuidaba nada bien”. Pues sí, abuela, es importante comer bien, y en este caso ayuda a eliminar el colesterol malo gracias a una bacteria, la lactobacillus kimchii… “Lacto qué”. Abuela, da igual, lo importante es que es una bacteria que produce en un proceso de fermentación el ácido láctico. Además, el kimchi tiene vitaminas C, A, b1, B2, y carotenos, proteínas, calcio y carbohidratos. “Hijo, me hablas en chino… ¡o coreano!”

Comida fermentada…

“Yo todo lo que se pone malo lo tiro…” Abuela, no. Con fermentado no quiero decir malo. En la cocina coreana los fermentados tienen una importancia casi vital. El método más habitual para es el fermentado láctico. Utilizan una u otra bacteria o restos del caldo de kimchi anteriores.

El kimchi más común se elabora con col china. “¿Col china?, ¿los chinos tienen coles diferentes a las nuestras? Sí, abuela, es un tipo de “acelga” más pequeña, con más parte “blanca” que, la verdad ,está bien buena. Aunque el kimchi se puede hacer a partir de otras verduras como rábanos o pepinos.

Sabe fuerte y huele que no veas

“Uy, qué cosas tienes hijo”. A ver, abuela, todo lo fermentado es igual, está claro que para nosotros es un sabor desconocido, pero para los paladares a los que nos gusta probar de todo es todo un recital que no nos debemos perder.

Tiene un color rojo, debido a que se elabora utilizando un tipo de pimiento rojo picante tradicional coreano. Así que, además, posee un sabor fuerte, picante y salado. “Eso a mí no me va a gustar Dani”. Abuela, seguro que has comido cosas en tu vida que no comerías ahora. El kimchi es rico, es sano, y se pueden hacer un montón de elaboraciones con él, o comerlo tal cual. Abuela, ya verás, te voy a hacer una tortilla con kimchi de col china que vas a querer repetir. “Si tú lo dices niño…”