MUY IMPORTANTE
En muchas ocasiones pensamos que nos sirve cualquier producto para el cabello, pero esto es un error. Hay que saber primero qué tipo de pelo tenemos y después tener en cuenta los ingredientes. Te lo explicamos a continuación.
Cada cabello es un mundo. De la misma forma que debes saber qué tipo de piel tienes para aplicarte los productos adecuados en el skincare, debes conocer tu pelo. Utilizar los champús y acondicionadores adecuados para tu cabello lograrán darle ese brillo y ese aspecto saludable.
La mayoría de personas con el pelo largo tienen como objetivo que luzca sano, cuidado e hidratado. Y el primer paso para conseguirlo es saber identificar qué tipo de pelo tienes, pues cada uno tiene unas necesidades específicas que hay que conocer para actuar.
Uno de los factores a tener en cuenta es el cuero cabelludo. Si es sensible, se deben usar productos sin sulfatos, parabenos ni fragancias. Y, en el caso de tener caspa, hay que fijarse en champús y acondicionadores que tengan zinc, piritiono o ácido salicílico.
Si nuestro cuero cabelludo es seco, entonces tendremos que usar productos que contengan hidratantes intensos. Y es que, es muy importante escogerlos bien, ya que una mala elección podría causar problemas como irritación o sequedad en el cuero, de la misma forma que la aparición de caspa cuando nunca has tenido.
Otro factor importante es el tipo de cabello que tenemos y su forma. Si es un pelo liso, habrá que comprar productos que controlen la grasa, pero sin llegar a resecar. Si, en cambio, es rizado, serán con ingredientes hidratantes y antifrizz.
Para cabellos grasos, hay que fijarse en champús que reduzcan la producción de sebo; para los secos, con hidratación profunda; y para los teñidos, con ingredientes que protejan el color.
Por norma general, es recomendable consumir productos capilares que estén elaborados con ingredientes naturales, aceites y extractos de hierbas. De esta forma, el cabello estará hidratado y protegido. Hay que evitar, en la medida de lo posible, productos con alcoholes, parabenos y siliconas.
Y, por último, pero no menos importante, hay que tener en cuenta la frecuencia de lavado. Cada pelo es un mundo.