LOS ÁNGELES | E3 2013
Históricamente una consola de Sony salía al mercado por un precio que rondaba los 600 euros. Un poco menos históricamente, Sony tanteaba la idea de lanzarse a la aventura de controlar las ventas de juegos de segunda mano, dando un toque de atención al mundo del canal de distribución, que muchas veces se lucra con la venta de juegos sin que la industria del videojuego termine por ver parte del beneficio.
Hoy, Sony ha decidido dar la espalda a ambas propuestas, lanzando un guantazo con guante a Microsoft, en un día en el que parecía que las aguas estaban tranquilas, pese a que se estaban mostrando por primera vez dos consolas con menos de 8 horas de diferencia. Playstation 4, que saldrá antes de que acabe el año, costará 399 euros, 100 menos que Xbox One, y no establecerá ninguna restricción de control a la segunda mano o al préstamo. Sólo falta por ver cómo apoya a la iniciativa de Sony el resto del tejido de empresas distribuidoras de juegos.
Estaba visto que Sony no podía competir con la empresa norteamericana sólo con el catálogo de juegos. Mientras que Microsoft mostraba un gran número de juegos exclusivos, Sony sólo ha podido defender unos pocos como Killzone: Shadow Fall, Infamous: Second Son o Driverclub.
El resto de juegos presentados para la nueva consola, como Watch Dogs, Assassin’s Creed IV: Black Flag, The Elder Scrolls Online: Black Flag o Destiny, en todo caso, son títulos multiplataforma, que verán la luz en Xbox One o en PS3 y Xbox 360.
Lo que si ha destacado, con mucho más brillo, es el espléndido catálogo actual de PS3, con auténticas joyas para la generación como The Last of US, Beyond: Two Souls, Rain, Puppeter o GT6.
En definitiva, aunque se han visto muy buenos juegos en la conferencia, todo el éxito de la misma se ha sustentado en los detalles claves en los que Japón podía poner colorado a EE UU sin derecho a réplica y ofreciendo argumentos que, sin faltar un poco el toque populista por definición, han convencido a los potenciales usuarios de nuevas consolas.