LOS OBJETOS COTIDIANOS, BLANCO DE ATAQUES
WikiLeaks es una organización mediática internacional que ha publicado a través de su página web informes anónimos y filtraciones con contenido sensible de interés público, siempre preservando el anonimato de sus fuentes.
Su creador, Julian Assange, refugiado en la Embajada de Ecuador en Londres hace temblar a los servicios de Inteligencia de Estados Unidos cada vez que anuncia un nuevo escándalo. Assange asegura que Estados Unidos ha desarrollado "el mayor arsenal de virus y troyano del mundo. Puede atacar la mayoría de sistemas que utilizan periodistas gobierno y ciudadanos corrientes". Habla de supuestos programas de la CIA para acceder a cualquier dispositivo electrónico. Móviles, televisiones tablets... Cualquier dispositivo puede ser susceptible de ser espiado.
Manuel Huerta, experto en seguridad informática, cuenta que la mayor ventaja que existe para los centros de inteligencia es que ya no necesitan tanto personal de campo, porque "estamos tan rodeados de dispositivos que podemos convertir cualquier elemento electrónico en un agente".
Ramsés Gallego, experto en estrategias de ciberseguridad opina que Wikileaks es una "fuente de información" pero matiza "tiene la credibilidad que puede tener". "Solo demuestran el problema que supone la fuga de información y que alguien no haga los deberes".
Los expertos alertan de que cada vez más objetos vigilan nuestro hogar. Hasta ahora creíamos que nuestra intimidad solo se ponía en riesgo con el móvil, pero WikiLeaks ha puesto el foco en aquellos objetos cotidianos que usamos a diario, como la televisión.
Huerta explica que "los televisores inteligentes no son otra cosa que un móvil de 50 o 60 pulgadas. Acceder a ese tipo de dispositivos es un proceso relativamente similar al que se utiliza con un smartphone. Están conectados a una red fija y además están en el foco de la intimidad de nuestros hogares". Todo está conectado. La ciudad, nuestros hogares... Es lo que se conoce como el Internet de las cosas, un futuro que ya ha llegado y que se ha introducido de lleno en nuestras vidas en objetos como el coche.
Los vehículos nuevos incorporan sistemas de inteligencia que hacen que desde el smartphone el usuario pueda controlar cuestiones como la presión de las ruedas, el bloqueo de las ventanillas o la localización del coche.
"Compré un coche con tecnología más avanzada por la comodidad", dice un usuario de un vehículo conectado. Sin embargo, hay que tener en cuenta que para controlarlo desde el teléfono hay que hacerlo siempre con la aplicación oficial. En caso contrario, se abre una brecha en la seguridad por la que delincuentes o cualquier persona con conocimientos en este campo podría hacerse con el control del vehículo.
Esta es una de las múltiples aplicaciones que permite el Internet de las cosas. Con los avances en tecnología cada vez es más común depender de un único dispositivo para abrir la casa, el coche o efectuar compras, concentrando así un único punto como objetivo. Esto hace que el ciberdelincuente pueda hacer uso de nuestras cuentas bancarias, de nuestro coche o nuestra casa con un simple teléfono móvil.
La tecnología nos hace la vida más cómoda con los avances, pero asumiendo un riesgo. "Nos gusta que cualquier elemento de nuestra vida diaria tenga inteligencia. En unos años podremos saber absolutamente todo. Ese es el Internet de las cosas, que está llegando a una velocidad extrema. Es seguro, siempre que se haya tenido en cuenta la seguridad en el diseño del Internet de las cosas", dice un experto en seguridad.
Los riesgos en ciberseguridad también llegan a la nueva generación de juguetes
Alemania ha prohibido la venta de Cayla, una muñeca que cuenta con un grabador y un micrófono que se conecta vía bluetooth a un dispositivo. Sus fabricantes no han protegido el servidor que le hace inteligente, lo que expone a que los niños puedan ser espiados.
La nueva generación de juguetes conectados podría exponer las conversaciones privadas entre los niños y sus muñecos.