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Adicción al traiding

Yonquis del trading y las inversiones: "De tener su propia casa a la absoluta ruina"

Cada vez hay más adictos a las inversiones en Bolsa. Así acaban arruinando su día a día.

"No esperes que el dinero venga a ti, debes buscarlo". El 'Lobo de Wall Street' es el símbolo de esos tiburones financieros que, sobre todo en la década de los 90, aprovechando una legislación laxa, tocaron el estrellato para después caer estrepitosamente.

Desde esa época han cambiado mucho las cosas. Ahora los 'lobos de la Bolsa' pueden ser hombres o mujeres, jóvenes o no tan jóvenes y, sobre todo, no precisan de una formación específica en inversiones. El juego de comprar y vender se ha popularizado y esto conlleva sus riesgos.

Según la Federación Española de Jugadores Rehabilitados (FEJAR), en el año 2021 se contabilizaban en España alrededor de 400.000 personas con adicción al juego, aunque advierten que muchos no están diagnosticados y eso hace que no se les trate como enfermos. Acotando más las cifras, nos centramos en una 'ludopatía' que se ha disparado en la última década; no hablamos de las apuestas deportivas, tampoco del bingo ni de las desdeñadas máquinas tragaperras, estamos hablando de las inversiones en Bolsa, del trading.

Los yonquis del mercado bursátil ven en la compra-venta de acciones su dosis necesaria para conseguir ese chute de adrenalina, que poco a poco, y de forma silenciosa, les hace perder el control de su vida. Desde la Newsletter de Antena 3 hablamos con Guillermo García, director de Recovery Valencia para conocer desde sus entrañas la adicción al dinero.

Adictos a las inversiones en Bolsa

Los adictos a los mercados financieros existen; lo confirma García. "Tanto el trading como las acciones requieren de conductas compulsivas cuando se obtiene un beneficio. Al final se busca conseguir un beneficio en corto tiempo y eso genera placer. Eso afecta al núcleo accumbens, a la parte dopaminérgica del cerebro que recibe esa satisfacción inmediata a través de la ganancia" o, dicho de otra forma, esta parte de nuestro cerebro libera dopamina cuando experimentamos algo placentero como puede ser ganar dinero. Eso refuerza el comportamiento que nos ha llevado a esa sensación: "Es exactamente igual que una persona que apuesta en una máquina o que, por ejemplo, tiene la adicción a las compras y esa satisfacción que se produce cuando se adquieren prendas".

Puede resultar difícil llegar a interiorizar que estamos hablando de una adicción, ya que el trading o la inversión bursátil no deja de ser un trabajo. ¿Dónde dibujamos la línea divisoria? "Hay una línea muy delgada donde la propia persona se ve un poco desde el autoengaño y desde la adicción condicionada. En muchas ocasiones las personas creen experimentar estas sensaciones dentro del oficio, pero en el caso del adicto estamos hablando de cosas totalmente diferentes porque al final son patrones conductuales y de compulsión donde las personas, incluso teniendo sus expectativas satisfechas, siguen haciendo estas inversiones para conseguir la sensación; ni siquiera estamos pensando en el beneficio económico" advierte el experto.

La inversión es el medio usado por el adicto para satisfacer su conducta obsesiva, dicho de otra forma. "No tiene nada que ver una persona formada, por ejemplo, en el Forex, o en el SP500 o en activos y demás... con una persona que lo que pretende es conseguir un beneficio o un resultado en poco tiempo a través de esa serie de apuestas, porque en realidad las inversiones son apuestas con las que recibo una emoción que no tiene nada que ver con una profesión".

"Pasaron de tener su casa a estar viviendo durante meses en el coche"

Y en la montaña rusa de los mercados, las ganancias y las pérdidas también tienen estrecho margen de separación. Un día estás arriba y en un segundo puedes haber caído al fondo del abismo. Guillermo García nos cuenta el caso de un paciente que, teniéndolo todo, lo perdió en un abrir y cerrar de ojos. "Acabó en la calle, no solo él, también su mujer". "Pasaron de tener su casa a estar viviendo durante meses en el coche. No tenía la capacidad de reconocer que el trading era un problema. Entonces, se generó esta relación de policía y ladrón, donde la mujer intentaba hacerle ver y controlar ese tipo de conductas, pero la propia persona negaba la existencia de ese problema. Al final los llevó a la absoluta ruina, perdieron la casa, pasaron a dormir en hostales que no podían pagar y terminaron viviendo en su coche".

Guillermo García reconoce que la pandemia del COVID supuso un punto de inflexión: "De repente se paraba la sociedad durante una serie de meses y empezó a aflorar toda esa insatisfacción, pero también inestabilidad que vivíamos como conjunto. Y tanto en España como en otras partes del mundo, se han acrecentado de manera bestial las solicitudes y las asistencias en salud mental".

Más que un perfil que podamos dibujar del adicto al trading, para Guillermo García existe un patrón conductual. "No es que sean hombres o mujeres, siempre hay un patrón emocional o siempre hay unas condiciones previas donde se utiliza el trading de una manera muy concreta: se busca evadirse, se busca el sueño o lo irreal y al final lo que se produce es un enganche no a la conducta en sí, sino a esa sensación. Son personas que tienen un cierto grado de insatisfacción en su vida, o tienen cierto tipo de ilusión, o, en el caso de las adicciones que nosotros tratamos frecuentemente, es esa distorsión. Ellos no lo ven como un problema; lo ven como algo puntual. Siempre dicen que lo tienen bajo control".

Las fases de la adicción

Las fases suelen repetirse. Las primeras señales de alarma se producen en la esfera social. "La conducta de la persona empieza a ser errática, deja de asumir responsabilidades y obligaciones, se encuentra más susceptible o irascible", esas son las primeras sirenas que suenan dentro de lo que es su vida cotidiana. Después se pasa a una fase más peligrosa, la mentira y el engaño. Es entonces cuando aparece "la incapacidad de pago, el rehuir de los compromisos económicos, el ser huraño, o empezar a criticar todo aquello en lo cual se hace gasto, y luego poco a poco empiezan a llegar todos los problemas que conlleva este tipo de adicción: los embargos, los cortes de luz, la adquisición de los microcréditos... Es tan sencillo coger desde un teléfono móvil y sacar 500 euros, 300 euros, hasta 1.000 euros. Luego tienen unas comisiones abusivas que es la propia familia la que las tiene que asumir, porque normalmente la persona que está sometida a esa conducta no ve más allá que la simple necesidad de seguir metiendo dinero allá donde cree que va a conseguirlo".

En esta fase precontemplativa, el adicto no es consciente de que tiene un problema y entonces toda su suerte queda fiada a su familia, a su entorno, que tiene que cumplir esa función, "desde el acompañamiento y desde el amor, nunca desde la confrontación porque el adicto siempre interpreta eso como un ataque".

La adicción es un túnel inhóspito, oscuro y largo, pero se puede ver la salida. "La adicción es tratable. Está considerada como crónica y progresiva y, de no tratarse, siempre lleva a la degradación total de la persona, o lleva a la muerte, sobre todo en temas psicológicos, y a la ruina más absoluta en las conductuales, sobre todo la ludopatía", avisa García.

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