PARA HONRAR A SANTA MARÍA MAGDALENA
Ocho danzadores de Anguiano (La Rioja) han cumplido con una tradición documentada en el siglo XVII, aunque se cree que es más antigua, al bailar y girar sobre sí mismos como "peonzas humanas" descendiendo por una cuesta empedrada sobre unos zancos de madera de haya de medio metro.
Entre estos danzadores, que tienen entre 17 y 26 años, no ha habido ningún mozo novato ni ninguna mujer, aunque "no pone en ningún sitio" que estas no puedan hacerlo, ha afirmado a EFE la alcaldesa de Anguiano, Gemma López.
Como cada 22 de julio, día de Santa María Magdalena, patrona de Anguiano, los danzadores se han lanzado por siete escalones y una empinada cuesta de 58 metros con un desnivel del 20% en algunos tramos, al mismo tiempo que han tocado las castañuelas, han bailado y girado sobre sí mismos al son de dulzainas y tambores.
En la vestimenta de los danzadores destaca, sobre una camisa blanca, un chaleco con cintas prendidas de forma horizontal con siete tonalidades distintas de colores chillones, una enagua y una falda -saya- de color amarillo-naranja, que es pesada para que tenga caída y favorezca el vuelo, con lo que se logra un vistoso efecto campana en los jóvenes.
El giro incesante y continuo de los danzadores sobre su eje longitudinal les permite mantener el equilibrio al lanzarse por la cuesta sobre los zancos de madera, que tiene forma de pirámide invertida y su altura es de cincuenta centímetros desde la punta hasta el apoyo del pie.
Uno de los danzadores que ha homenajeado a la santa es Pablo Muñoz, de 17 años, que participa por tercer año en una tradición que le viene de familia, puesto que su padre, un tío y un primo también han girado sobre los zancos en otras ocasiones, ha explicado.
La clave para no caerse durante las vueltas es "mirar hacia un punto fijo para no marearte e ir todo el rato a la izquierda de la cuesta, si vas a la derecha te caes con las personas porque el giro es hacia la derecha todo el rato", ha especificado.