Galicia
El problema se arrastra desde el verano y una de las zonas más afectadas es la avenida de Augusto García Sánchez.
El frío no ha podido con ellas. Los vecinos de la ciudad de Pontevedra están realmente preocupados porque, desde el verano, persisten las apariciones de ratas y otros roedores por sus calles, como un viandante más, compartiendo el espacio público sin ningún tipo de reparo. De momento, el problema parece no tener solución.
No se cortan a la hora de hacerse ver: salen de los arbustos y setos en busca de comida, sin importar si están en el centro de la ciudad u otros barrios más periféricos. Su presencia ha sido constatada, especialmente y hasta el momento, en la avenida Virxinia Pereira, San Mauro, A Estrada y más considerablemente en la de Augusto García Sánchez. En estas zonas, se palpa la indignación entre el vecindario.
Este problema parece no depender del nivel de actividad de las calles, pues los roedores aparecen independientemente de que haya gente o no. De hecho, muchos pontevedreses afirman haberlas visto en varias ocasiones mientras tomaban algo tranquilamente en una terraza o paseaban por la ciudad a cualquier hora. A estas ratas les es absolutamente indiferente la presencia humana, ya que salen a explorar y buscar alimento con total desparpajo, mostrando una clara habituación a la convivencia con las personas.
A pesar de que con el frío se reduce el número de ratas visibles (o al menos no se ven con la misma frecuencia), lo cierto es que la preocupación y desesperación sigue latente entre los vecinos. Muchos señalan al propio Concello y a la empresa Cespa como responsables directos de este problema que ha venido agravándose con el paso del tiempo. Y es que los vecinos, frustrados por la falta de una solución efectiva, solicitaron ya hace un mes y con urgencia una actuación para ponerle solución a la pesadilla, que persiste desde hace meses. Sin embargo, lejos de recibir una respuesta efectiva, muchos han decidido tomar cartas en el asunto por su propia cuenta.
Los propios vecinos se han visto obligados a actuar directamente, colocando veneno y diversos tipos de trampas en un intento desesperado por controlar las plagas, que temen que causen insalubridad. Aunque estas medidas improvisadas puedan aliviar temporalmente la situación, no resuelven el problema de fondo, lo que agrava aún más la tensión entre la comunidad vecinal y las autoridades locales.
Además, estos roedores no se limitan a aparecer únicamente en zonas donde hay basura o contenedores. También han sido avistados en las inmediaciones de edificios residenciales e incluso dentro de los mismos, aunque con menor frecuencia. Su capacidad de adaptación es notable, pues se han detectado mayoritariamente en áreas cercanas a las obras urbanísticas de la ciudad, lo que sugiere que el movimiento de tierra y escombros podría estar empujándolos a buscar refugio en otros lugares más accesibles, molestando todavía más a los ciudadanos. De este modo, cada vez que se desbroza alguna finca o descampado, salen grupos de roedores que se mueven hacia otras zonas.
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